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Un cuadro mácroeconómico elaborado por Economía prevé un crecimento del paro de 450.000 personas en la legislatura

El paro puede alcanzar los 2,7 millones de personas en 1986, lo que supondría 450.000 desempleados más al final de la legislatura de los que existían a su inicio, según el escenario macroeconómico más pesimista presentado el pasado miércoles por el Ministerio de Economía y Hacienda al Consejo de Ministros. Estas nuevas previsiones, que contrastan con la promesa electoral de creación de 800.000 puestos de trabajo y descalifican las expectativas más moderadas (generación de 690.000 puestos de trabajo) hechas públicas por el Gobierno en septiembre pasado, provocaron una Larga discusión entre el titular de Economía y Hacienda y varios ministros del gabinete.

El pasado Consejo de Ministros, pese a su inusual duración (más de 10 horas), solo aprobó dos decretos (sobre el saneamiento del sector de seguros y sobre retribuciones de las fuerzas de seguridad), que ya habían sido ampliamente debatidos con anterioridad, y algunos nombramientos de gobernadores civiles. Las nuevas previsiones del programa económico a medio plazo -en uno de cuyos escenarios se contempla la destrucción de 70.000 puestos de trabajo- y los grandes números de los presupuestos para el próximo año, quedaron aplazados para próximas reuniones del Gabinete.La extensa documentación relativa a los presupuestos del año próximo, que debería ser discutida en el Consejo de Ministros fijado para primeras horas de la mañana siguiente, llegó a algunos ministerios en torno a las diez de la noche del martes. Este hecho provocó irritación en algunos ministros, lo que lógicamente tuvo su reflejo en la reunión del Gabinete del miércoles pasado.

Los nuevos escenarios a medio plazo se han realizado en base a dos supuestos de incremento salarial promedio en términos reales para el período 1985-1987: un 0% y un -0,7%. El consumo privado, en un caso, crecería 1,5% en 1985, 2,3% en 1986 y 2,7% en 1987. En el otro supuesto se cifra en 1,3%, 2,2% y 2,5%, para cada uno de los ejercicios del trienio mencionado. La inversión civil cae un 1% en términos reales (crecería un 1% si se incluyesen las inversiones del Ministerio de Defensa). Y se habla de una tasa de crecimiento del 8% en la formación bruta de capital.

Paro o déficit

La presentación de estos números, por la dureza del ajuste, generó críticas en diversos miembros del Gabinete. Miguel Boyer desafió a sus compañeros del Gobierno a que presentasen alternativas ante esas críticas. La promesa electoral de creación de 800.000 puestos de trabajo durante la legislatura se rebajó un año más tarde a 690.000 en los escenarios más optimistas del programa gubernamental a medio plazo. Las correcciones ahora presentadas a este programa contemplan fuertes caídas del empleo, que en el escenario más pesimista harían concluir la legislatura con 2,7 millones de parados. Es decir, unos 450.000 parados más que los existentes cuando los socialistas Regaron al Gobierno.

Estas correcciones y las desviaciones producidas sobre el primer programa a medio plazo fueron las que recrudecieron las críticas al equipo Boyer. Algunos ministros se opusieron a seguir con la política monetaria estricta y subrayaron algunas incoherencias entre las previsiones y los objetivos. El consejo terminó con el aplazamiento de la aprobación de este nuevo programa a medio plazo y volvió a replantearse la conveniencia de dar prioridad a la reducción del déficit o retomar el objetivo programático de creación de empleo.

El presidente González, que asistió intermitentemente al desarrollo de esta reunión (tuvo que ausentarse en varias ocasiones), cerró, como es habitual, la sesión del Gabinete. En su intervención dijo a los ministros que el primer objetivo del Gobierno debe ser el empleo, y que había que aportar elementos de optimismo a la sociedad y no sólo demandar sacrificios y austeridad. Este mensaje y la reanudación de las negociaciones para una concertación social podría significar, según altos cargos de la Administración, la posibilidad de un giro en la política económica actual, en el sentido de poner menos énfasis en la reducción de los salarios y tratar de recuperar actividad y empleo con un cierto relanzamiento.

Ello significaría asimismo supeditar los objetivos de reducción del déficit y de la inflación a la prioridad del empleo, y modificar la severa política de ajuste que ha impuesto hasta ahora el equipo de Miguel Boyer. El debate sobre la supremacía de unos u otros objetivos, motivo de discrepancias internas desde la formación del Gobierno, ha resurgido con fuerza en los últimos días. El año 1985, ejercicio previo al de elecciones (que lógicamente tiene que ser menos restrictivo, para preservar las posibilidades electorales), es un año clave tanto para completar el ajuste: de la economía propugnado por Boyer como para reducir el incumplimiento de los compromisos electorales del PSOE en materia social antes de volver a las urnas.

Por otra parte, Miguel Boyer, en una reunión celebrada ayer con los corresponsales extranjeros, admitió que "evidentemente" no se crearán los prometidos 800.000 puestos de trabajo en esta legislatura -"nadie, en ninguna parte, es capaz de estimar la evolución del empleo"-, pero confió en que pueda Regarse a ellos en el futuro, aceptando, no obstante, que "la inversión tarda en recuperarse" -especialmente por lo que se refiere a la caída tendencial en la construcción- y que existe un retraso respecta a las previsiones iniciales del Gobierno.

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