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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Razones para un deporte verdaderamente popular

Una maratón da mucho de sí. Algo más de 42 kilómetros, equivalentes (para mí) a 3 horas y 43 minutos de carrera, luchando contra lacerantes dolores y bastardos deseos de abandono, sólo se pueden soportar con distracciones ajenas al esfuerzo físico. Por ello, correr en Londres, por ejemplo, ofrece un atractivo que no ofrece Madrid. Una ingente multitud que jalona la carrera en continuado y apretado cordón, que aplaude, que anima, no es lo mismo que un grupo de esporádicos espectadores, en gran parte indiferentes al gran esfuerzo del atleta, y una enorme batería de vehículos que hacen tronar sus bocinas en busca de resquicios que les hagan llegar 10 minutos antes a sus lugares de aparcamiento, aun sin mínimas urgencias. Esta enorme insensibilidad nos hace pensar en un vacío que refleja una falta de tradición en deportes populares, necesitados ya de anchos cimientos para lograr objetivos que reviertan en el bien común. En el fondo, sólo es volver a tomar conciencia de ese homo ludens del que hablaba Huizinga, elevado a categoría superior en obras como La soledad del corredor de fondo, de A. Sillito; La montaña de los 7 círculos, de T. Merton, y Carros de fuego.

La conciencia cultural -el deporte es cultura-, la preparación para una convivencia popular, pasa por la revisión de algunos postulados y máximas actuales, en el orden de que: 1. Es más importante la concurrencia de muchos que la de unos pocos. 2. La concurrencia de muchos sólo es factible incorporando practicantes del deporte y evitando que otros lo abandonen. 3. Es vital la coordinación de estamentos y autoridades deportivas.

No se trata de hacer sólo un deporte de masas. Se trata de que se establezcan prioridades en su práctica. Por ello, lo normal es que exista un deporte eminentemente amateur que desgaje naturalmente a aquellos que por sus condiciones y aficiones formen la elite que en mayores instancias engrosen el campo profesional con un tratamiento diferenciado, como corresponde a su especificidad.

Captación

Lo primero es la captación de deportistas. Campañas como Empieza corriendo, buenas en su concepción, tienen que tener en cuenta su nivel. Obedecen a un primer estadio en el que al individuo está en un estado primario: hacer deporte, sin más. De ahí debe pasar al segundo estadio, el de la competencia con los demás. Por ello, hay que fomentar la práctica de competiciones deportivas, impulsando -en el campo del atletismo- las carreras y pruebas populares y potenciando todas aquellas carreras populares que tengan o puedan tener su tradición. En este aspecto, carreras como las de Canillejas, Moratalaz, Vallecas y la Popular del Agua del Canal, por ejemplo, marcan pautas de gran interés, por la respuesta de los deportistas y por ser claras referencias, homologables con el reloj, de progresos y retrocesos.

Un deporte esencialmente elitista, tal como actualmente está concebido, desengancha de su carro a multitud de practicantes que al entrar en la cuarentena de años abandonan entrenamientos y competiciones. Es un concepto de deporte mantenimiento -perfeccionamiento frente a deporte- o una clara rotura entre dos actitudes, propiciada por el desinterés federativo hacia la segunda actitud.

Ese chorro de deportistas debe ser retenido y no despreciado en su primera jubilación, la deportiva. Sin embargo, las carreras populares demuestran que con buena parte de esta masa de jubilados deportivos, descolgados de rendimientos al máximo, se debe contar obligatoriamente.

Por último, esta filosofía, esta teoría no utópica, debe ser llevada a la práctica por estamentos adecuados y en perfecta coordinación. Sorprende ver cómo se dispersan las fuerzas: Instituto Municipal de Deportes, federaciones, comunidades autónomas, han campado a sus anchas, huérfanas de coordinación, aunque no de deseos. Asombraba ver este año competiciones municipales al mismo tiempo que federadas con el mismo espectro deportivo y hasta la misma clientela de practicantes. Todos estos estamentos deben planificar la temporada conjuntamente, sacando programas que se sumen y no que se resten. En este sentido, puede ser importante la labor de la comunidad autónoma, como unidad mayor, que es la que debe tener la voz cantante en labor esencialmente coordinadora e impulsora, mirando tanto hacia los municipios como hacia la conexión con otras autonomías. Hasta que no se delimiten y adecuen, si es necesario, los distintos campos de actuación, no habrá una política deportiva práctica.

Por aquí debemos empezar: por fijar ideas claras, por organizarnos, con la certeza de que sólo habrá deporte de verdad cuando se haga para todos y utilizando coordinadamente tanto los efectivos humanos como los técnicos. Así lo esperamos.

José Juan Ojeda es presidente del C. D. Canal de Isabel II y atleta veterano en activo.

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