Las dos superpotencias tendrán embajador en los 'sanfermines'
Pamplona huele ya a San Fermín. Los vestidos sorprendentes, las mochilas a la espalda y los inevitables bocadillos de chorizo, acompañados en ocasiones de la tradicional bota de vino, son ya algo propio de la ciudad, como los numerosos puestos de venta ambulante o el mismísimo vallado del encierro. Y con las fiestas han llegado a Pamplona las barracas, la suciedad a las calles -de muy poco ha servido la campaña de limpieza realizada por el ayuntamiento- y los problemas de tráfico, tanto rodado como peatonal.Miles de personas, principalmente turistas extranjeros, transitan desorientados desde hace varios días por las ya atiborradas calles de Pamplona. Han venido de Estados Unidos, Canadá, Francia, Reino Unido, Alemania, Bélgica, Holanda e Italia, pero también de lugares tan pintorescos como Arabia Saudí, Australia o Hawai, y muchos de ellos, se han encontrado, como es habitual, con que hoteles, pensiones e incluso domicilios particulares están ya llenos desde abril. Las 3.000 plazas hoteleras de Pamplona se encuentran ocupadas, por lo que la Oficina de Turismo facilita un sistema de contratación de habitaciones particulares bajo un riguroso control de calidad y precios -alrededor de 1.000 pesetas por persona y día- a fin de evitar posibles abusos.
Algunos de los ministros del Gabinete socialista tienen previsto trasladarse a Pamplona durante este fin de semana. Quienes sí es seguro que acudirán a estas fiestas son los embajadores en España de la URSS y Estados Unidos, Yuri Dubinin y Thomas Enders, respectivamente. El primero, invitado por una sociedad vinícola, en tanto que el segundo lo hace a título particular. Margaux Hemingway, nieta del escritor norteamericano y pregonero mundial de estas fiestas Ernest Heiningway, será otra de las personas que acuda a Pamplona, con la intención de realizar un reportaje sobre los sanfermines para una cadena de televisión estadounidense.
Escasas novedades
El programa de los sanfermines de este año, elaborado por una comisión especial de la que forman parte los sectores más representativos de las fiestas, continúa la tónica de ediciones anteriores, y son pocas, por no decir ninguna, las novedades que se incluyen. La organización de las fiestas le supone al Ayuntamiento de Pamplona más de 45 millones de pesetas, la mayor parte de los cuales se destinan a potenciar el programa festivo de la calle. Así, numerosas charangas recorrerán día y noche las atestadas calles de esta ciudad, que durante el fin de semana doblará e incluso triplicará su población habitual de 190.000 personas.Entre los actos tradicionales de los sanfermines se encuentran el cohete (justo al mediodía de hoy, viernes, desde el ayuntamiento), el riau-riau (que se sabe cuándo comienza pero nunca cuándo acaba, y en el que una auténtica masa humana va cantando y bailando cientos de veces el Vals de Astrain delante de la corporación, y cuyo desarrollo es un reducto de reivindicaciones políticas, pero sobre todo un test importante para conocer cómo va a ser la marcha de las fiestas), la procesión de San Fermín (que este año cuenta con la novedad de la restauración de la imagen del santo por uno de los mejores restauradores de Europa), las peñas de mozos en la plaza de toros o en la calle (con sus carteles de punzantes críticas de carácter político y social) o el mismísimo encierro de toros. Toros a los que en Pamplona se mima, hasta el punto de que en esta ocasión se han picado los adoquines por los que ha de transcurrir el encierro con el fin de evitar que las reses resbalen y caigan al suelo. Nadie está obligado a participar en el encierro, y la intervención en él es un riesgo que los participantes se imponen libremente.
La Policía Municipal ha previsto una vigilancia especial para estos días, en colaboración con la Cruz Roja y la DYA.
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