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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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El socialismo, acosado / 1

Es como si se hubiera levantado la veda del socialismo y todos -desde la derecha, pero también desde otras izquierdas; desde el nacionalismo periférico, pero también desde el más rancio centralismo- se han ido a la caza. Las frustraciones por las anteriores derrotas y las irritaciones provocadas por la prepotencia que en tantas ocasiones los socialistas no han sabido disimular se conjugan ahora contra un Gobierno y un partido acosados por la suma de, sus adversarios y agobiados también por el peso de sus responsabilidades y limitaciones.Queremos dejar claro que para nosotros los dos problemas más graves que debemos afrontar son la irrupción en Cataluña de un nacionalismo con inquietantes manifestaciones de intolerancia y la debilidad creciente de la iniciativa y del pensamiento de la izquierda en España frente al acoso que sufre el Gobierno socialista. Ahora bien, desde la izquierda y desde una posición de apoyo al proyecto socialista (la única izquierda política o institucional viable hoy) nos parece necesario asumir una actitud crítica: los socialistas han contribuido a crear las condiciones para el acoso que ahora sufren y que puede acabar conduciéndonos a un catastrófico viraje a la derecha de la política y de la sociedad españolas.

Ejemplos recientes sobre cuestiones claves

Tres ejemplos recientes, referidos a cuestiones clave, son más que suficientes para ilustrar la consternación que demasiadas veces los actos y las omisiones del socialismo español provocan entre la gente de izquierdas. Cuando nos debatimos en la peor crisis económica de los últimos 40 años, cuando se aplica una rigurosa política de contracción del gasto público y se anuncian (con la escasa habilidad que supone avisar en estos casos) unos procesos de reconversión industrial con costes sociales ciertos y alternativas imprecisas y dudosas, aparece el presidente del Gobierno afirmando la bondad del capitalismo. ¿Bondad para quién?, debe pensar la mayoría de votantes socialistas de 1982.

Mejor sería no hablar hoy demasiado de capitalismo y esforzarse en elaborar proyectos capaces de democratizar la iniciativa económica y de entusiasmar a una sociedad paralizada por el corporativismo y la asistencia. Sin olvidar que capitalismo hace pensar en un sistema de lucro para una minoría únicamente, y no es precisamente esto lo que se espera de un Gobierno socialista. . Si hay un tema político que preocupe y movilice hoy, es el de la paz, el del desarme. El Gobierno socialista ha conseguido convencernos a todos de que está decidido a mantenernos en la OTAN, pero ni él ni el partido que lo sostiene argumentan esta decisión. Todo lo contrario: o no dicen nada, o algunos dirigentes se pronuncian en contra, pero tampoco, se apuntan, salvo las mismas excepciones, a los actos en favor de la paz.

¿No sería más eficaz dar las razones dé fondo que pueda haber en favor de continuar políticamente en la OTAN (suponemos que los socialistas que lo defienden es porque lo consideran beneficioso para la democracia en España y para contribuir a la distensión en Europa y en el mundo) y al mismo tiempo contribuir abiertamente a la movilización social -en favor de la paz? Al no hacer ni lo uno ni lo otro, nos parece que se pierde en todos los terrenos.

Y por último, pero no lo último, está el desdichado asunto de la querella de Banca Catalana, que ha derivado en la muy peligrosa confrontación, quiérase o no, Gobierno de España-Generalitat de Cataluña. La respuesta política nacionalista puede parecer desde Madrid desmesurada, irracional y manipulada.

Se ha elegido lo peor

En parte, seguramente lo es, pero era también perfectamente previsible. Si la política es el arte de prever, se ha previsto mal. Si es el arte de elegir, se ha elegido peor. En la medida en que ha habido decisión política, haber acusado al presidente Pujol en la forma en que se ha hecho ha sido más que una injusticia. Ha sido un error. La prueba: los resultados.

El Gobierno socialista no ha tenido con Cataluña la sensibilidad que tiene, a veces con exceso, a la hora de tratar las delicadas cuestiones internacionales, militares o, económicas. Ahora toda la izquierda, y hasta la misma democracia, paga este error. En Cataluña, évidentemente, nunca la izquierda había estado tan perpleja y a la defensiva, tan desvinculada del movimiento y del sentimiento catalanistas (a pesar de que la lucha por la autonomía y las libertades del pueblo catalán ha sido en buena parte obra suya).

Se ha conseguido incluso que una parte de la población de origen no catalán se sienta nacíonalista y antisocialista, lo que ya es conseguir.

El resultado en España no es, aunque lo pareza, mejor. Se ha dado una gran oportunidad a que los dos bloques opositores, el derechista y el reformista, multipliquen sus influencias y sus alianzas y, por primera vez, atisben unos y otros las elecciones de 1986 con esperanza.

Y si bien es cierto que puede hacerse una cierta campaña anticatalanista que obtenga un cierto apoyo popular (con el argumento de que no aceptan las leyes como los otros ciudadanos), lo que es aún más que apostar por la confrontación entre los pueblos de España, sería fatal,para la democracia española, y en primer lugar para el Gobierno socialista. Esperemos que por lo menos este error se evite.

Uno de los primeros efectos de equivocaciones tan graves como las que acabamos de citar es que irremediablemente provocan fisuras y enfrentamientos internos, con la consiguiente pérdida de credibilidad hacia afuera. Los sectores o líderes próximos a los grupos más sensibilizados ante los errores se desmarcan, o intentan compensar el error adoptando posturas totalmente opuestas. Es previsible que aparezcan declaraciones de un obrerismo ideologizado o de un anticapitalismo radical y que se multipliquen las tomas de postura anti-OTAN entre dirigentes socialistas.

Como nos parece probable que se manifiesten fuertes tentaciones en el socialismo catalán de hacer fugas nacionalistas hacia adelante, aunque no respondan a ningún proyecto político coherente.

Hoy, el socialismo español no está roto por sus enfrentamientos internos. Pero puede llegar a estarlo si no corrige su rumbo y su estilo muy pronto.

En estas condiciones, forma parte de la lógica del sistema político competitivo el que se produzca el acoso al socialismo. La confrontación actual puede tener efectos positivos si consolida una alternativa política más liberal,autonomista y progresista que AP (la existencia de alternativas es indispensable en una democracia pluralista) y si provoca una reacción en el socialismo que le dé más vigor interno y mayor apertura hacia el exterior.

Pero si la caza al socialismo da lugar a una escalada de la agresividad y de la irracionalidad en el campo opositor y a un cerrar filas dentro del área socialista, no solamente perderá la izquierda, sino todo el sistema democrático y autonómico en España.

Jordi Borja es teniente de alcalde y vicepresidente de la Comisión de Descentralización Municipal y Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Barcelona.

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