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Las fuentes de la salsa'

Con un excelente sonido, que hace más raras las dificultades del primer día, sólo atribuibles al cúmulo de causas desgraciadas que señalábamos ayer, se desarrolló la actuación de Azuquita con Un Poquito de Todo, Tito Puente y Celia Cruz, en una noche salsera que obligó a bailar al personal asistente sin pudores ni vergüenzas.Cuando Celia Cruz interpretó su canción autobiográfica hizo algo más que contamos su vida. Hablando de Tito Puente, la Sonora Matancera, Johnny Pacheco Pete, Conde Rodríguez, Willie Colon o Ray Barreto, nos dio una historia de la salsa como género musical en el más estricto sentido del término, tal y como se ha difundido por el mundo. Atrás quedaban los precursores del estilo, Benny Moré o Machito, y dejaba abierto el camino para los renovadores.

Tito Puente y Celia Cruz traje ron hasta Madrid el calor de una música que es el son y la rumba, el merengue y el guanguancó, un ritmo para bailar con acento latino y negroide, una música hecha con absoluto rigor estético.

Tito Puente salió a escena con la respetuosa y pícara seriedad de un vendedor callejero de peines, a demostrar que es un músico de primerísima magnitud, una caja de ritmos que hace algo que jamás podrán hacer los aparatos mecánicos: tocar con corazón e inteligencia. La riqueza de su sonido -y del sexteto que dirige-, la precisión de su toque, la variedad de matices que es capaz de sacar a un instrumento tan aparentemente simple como los timbales, son algo que sólo se consigue con su genialidad personal y su carrera.

Celia Cruz resulta un fenómeno dificilmente catalogable. Si hubiera que encontrar elementos comparativos no habría más remedio que acudir a voces profundas y vivas, desde Mahalia Jackson hasta Nina Simone, pasando por el tamiz de la raza hispana, que sólo podría tener comparación actual con una Lola Flores que affiadiera a su indudable sentido racial la clase y el rigor de la cubana. Cantó, bailó y habló haciendo un derroche de sabiduría popular innata, e incluso se atrevió con un equívoco "que viva España", que sólo animó al público cuando se lanzó en un infernal tumbao final. La noche fue una fiesta.

Azuquita, menos conocido, abrió la noche con indudables condiciones, un sonido espléndido a cargo de Un Poquito de Todo, el grupo que le acompañó, y canciones que si musicalmente se inscriben en los terrenos de la salsa clásica, desgranan textos que se adentran en las nuevas corrientes salseras.

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