A signaturas pendientes
Para cualquier organización, lo sucedido en el Congreso de CC OO hubiera sido un desastre. El enfrentamiento entre dos líderes que representan lo que Julián Ariza y Marcelino Camacho hubiera acabado en la escisión y la ruptura. "En CC OO", decía ayer el propio Camacho, "esto nos fortalece". Y, posiblemente, sea cierto. Pero también es cierto que el sindicato ha sufrido uno de los más tensos debates registrados en toda su historia.Ariza, volviéndose desde la tribuna hacia Marcelino y jurándole con la voz entrecortada que había hecho todo lo posible por la unidad, y la respuesta de Camacho pidiendo al Congreso que votara la independencia y contra los que traían al sindicato las "asignaturas pendientes de otros congresos que no son de CC OO", ha significado un cambio radical en el papel que hasta ahora ha jugado el secretario general y, posiblemente, en las relaciones existentes entre ambos líderes.
No deja de ser significativo que cuando ayer Julián Ariza abrazaba a Marcelino Camacho se escucharan, con los aplausos, silbidos y gritos de protesta ("judas, menos abrazos y más unidad, Julián"), ni que el reelegido secretario general mantuviera un cierto tono de dureza al enjuiciar la actitud de Ariza. Con cierta ironía, y en clara alusión a los sucesos del sábado, Camacho decía: "Yo, sin lágrimas en los ojos, he luchado más que nadie por la unidad. Pero cuando hay que bajar a la arena, bajo". Y bajar a la arena, según sus palabras, ha de entenderse como que, a partir de ahora, "cumpliremos a rajatabla los acuerdos del congreso y pondremos en el sindicato una barrera infranqueable a los que intentan traer a CC OO problemas de otra organización. No nos dejaremos instrumentalizar por nadie". El posicionamiento de Camacho a favor de las tesis del sector gerardista le costó un voto de castigo, pero también sirvió para terminar con muchas de las asignaturas pendientes del sindicato.
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