Altos cargos, en el balcón
Jamás tantos altos cargos se habían dado cita en Toledo el día del Corpus. En el gobierno civil, el ministro de Sanidad, Ernest Lluch, trataba con relativo éxito de esconderse del acoso de los fotógrafos que, desde abajo, en la plaza de Zocodover, pugnaban por conseguir su imagen; la vestimenta informal del ministro y su escasamente conocido rostro estuvieron a punto de costar al ministro no poder estar presente en el balcón de las personalidades al paso de la procesión.Allí estaban el secretario de Estado de la Función Pública, el toledano Francisco Ramos; el secretario de Estado de Relaciones con la CEE, Manuel Marín; el gobernador civil, Pedro Valdecantos, a quien tampoco alcanzó Ja bendición de una invitación del cardenal para participar en la procesión.
También se asomaban a balcones próximos varias decenas de subsecretarios, directores generales, el presidente del Instituto de Cooperación Iberoamericana, embajadores...
Todos comentaban, entre maliciosos y divertidos, el serio talante del presidente de la comunidad castellano-manchega, el agnóstico José Bono, enfundado en su chaqué. Era el único socialista que había recibido un pase de monseñor.
El sector confesional del Gobierno se agolpaba, a su vez, en los balcones de la casa, situada frente a la catedral, que tiene la madre del ministro de Justicia, Fernando Ledesma, quien estuvo presente así de modo extraoficial y casi semiescondido en la procesión. En dicho balcón estuvieron el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, Virgilio Zapatero; el subsecretario de Justicia, Liborio Hierro y el ministro de la Presidencia, Javier Moscoso.
El ministro de Administración Territorial, Tomás de la Quadra, también invitado, acudió a Toledo solamente por la tarde, a la corrida de Paco Ojeda.
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