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Silencio y recelo en Ispáster tras el asesinato del secretario de su Ayuntamiento

Los funerales en memoria del secretario de los ayuntamientos de Ea e Ispáster (Vizcaya), Manuel Vicente González Vilaro, asesinado el lunes en esta última localidad, se celebrarán hoy, a las seis de la tarde, en Lequeitio, pueblo pesquero en donde residían habitualmente la víctima y su familia desde hace varios años. En el pueblo donde se perpetró el atentado existe una gran reserva entre los vecinos sobre el suceso.Tanto los ayuntamientos de Ea e Ispáster como el Colegio Oficial de Secretarios e Interventores de Vizcaya condenaron enérgicamente este asesinato, que tuvo lugar en el momento en que la víctima, junto con el alcalde y el teniente de alcalde de Ispáster, terminaba de inspeccionar las obras de un frontón. Acababan de llegar de Bilbao, donde habían realizado gestiones burocráticas.

También el Partido Socialista de Euskadi-PSOE, por medio de su secretario general de Vizcaya, Ricardo García Damborenea, condenó el atentado y declaró que "es evidente que ETA se ha decidido a intervenir aprovechando el contencioso abierto por el PNV en torno a los secretarios de ayuntamientos". La oficina de prensa del PNV, por su parte, calificó de "insidiosas" y "alucinantes" tales declaraciones, que, según los nacionalistas indica la creciente "franquistización y furioso sectarismo del PSOE, para quien el que no está de acuerdo con ellos es cómplice de ETA".

Al llegar a la plaza de Ispáster, localidad situada a 52 kilómetros de Bilbao, lo primero que se encuentra es el edificio del ayuntamiento, a escasos metros de cuya entrada cayó mortalmente herido el secretario. Un concejal que mira recelosamente mientras arranca su coche relata de prisa los hechos: "Volvían de Bilbao. Casi siempre les acompañaba yo. Esta vez fue con el alcalde. Mira, mira, ahí están las balas. ¿Mi nombre? Mejor, no".

El alcalde de Ea, Josu Aretxabaleta, del PNV, ha definido a Manuel González como "un funcionario eficiente, y esto es todo. Nunca me comentó de política nada, y de todas formas, yo respeto los ideales de los demás, porque a mí también me gusta que me respeten los míos". Josu Aretxabaleta despachaba a diario con Manuel González, quien entre las localidades de Ea e Ispáster -municipios ambos que tienen cada uno poco más de 600 habitantes- repartía su jornada laboral.

Somos 'euskaldunes'

Los seis hijos de la víctima, de 20, 18, 17, 15, 9 y 6 años, habían nacido entre Durango -localidad de la que es natural su viuda- y Amoroto, pueblo cercano a Lequeitio. Todos ellos conocen y practican el euskera. El cuñado de la víctima, hermano de su esposa y a la vez casado con una hermana de Manuel González, contestó a este periódico sobre las supuestas amenazas a su cuñado: "¿Y quién no está amenazado en este país?". Sobre la posibilidad del cambio de domicilio, el cuñado de González respondió, entre sollozos: "¿Y a dónde se iban a ir? Si... si somos euskaldunes de toda la vida".Luis Aretxabaleta, lequeitiarra de 33 años, agente de inspección pesquera del Gobierno vasco, acababa de aparcar su coche, un Renault 12 matrícula B-1452-EV, al lado del puerto de Lequeitio. Instantáneamente, un joven de unos 30 años, acompañado de una mujer de la misma edad, apuntó a Luis Aretxabaleta con su pistola. "Somos de ETA, ponte en el otro asiento", le espetaron. Dicho esto, la pareja pidió a Luis Aretxabaleta su carné de identidad, y al no tenerlo éste en su poder, le anotaron su teléfono.

Cerca de dos horas estuvieron los tres -la pareja que realizó el atentado, y él- de rondas por los dos bares de Ispáster, municipio a donde se dirigieron inmediatamente. En la misma plaza de este pueblo, los etarras obligaron a Luis a llamar a su mujer para indicarle que llegaría tarde, porque estaba con unos amigos de Guernica que conoció en la mili". Dicho este mensaje, la mujer de Aretxabaleta le colgó el teléfono, con un gesto de enfado.

"Yo no imaginaba que sucediera aquello", prosigue su relato Luis Aretxabaleta, "puesto que, la verdad, ellos estaban tranquilos y como habían expresado que esperaban a un compañero, más bien pensaba yo que sería el otro quien estuviera cometiendo alguna acción", contó Aretxabaleta a este periódico.

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