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Regresó el líder del Partido Nacional

Wilson Ferreira y su hijo, confinados en un regimiento del interior de Uruguay, a 250 kilómetros de Montevideo

El líder político uruguayo Wilson Ferreira Aldunate y su hijo Juan Raúl, detenidos el sábado a su llegada al puerto de Montevideo, se encuentran alojados en una unidad militar de la ciudad de Paso de los Toros, ubicada en el centro del país, unos 250 kilómetros al norte de la capital.

La versión que circuló ayer en Montevideo fue confirmada por los vecinos del cuartel, que el sábado por la noche vieron llegar el helicóptero que los trasladaba Paso de los Toros es una pequeña ciudad de 20.000 habitantes que pertenece a la región militar número 3. Su principal actividad gira al rededor de los cuatro regimientos militares instalados en la zona. Wilson y su hijo están juntos en un batallón del arma de ingenieros.En conferencia de prensa ofrecida el mismo sábado por la noche, el ministro del Interior, general Julio Rapela, dijo que los detenidos habían sido trasladados a una unidad militar ubicada fuera de Montevideo, pero se negó a confirmar si era efectivamente la de Paso de los Toros. El ministro sólo aclaró que Wilson había rechazado el abogado que le ofrecieron y que se encontraba ya a disposición del juez militar que interviene en la causa.

El coronel Federico Silva Ledesma, presidente del Supremo Tribunal Militar, recordó que el dirigente del Partido Nacional y su hijo están acusados desde 1976 por "asistencia a la asociación subversiva, un delito que puede ser excarcelable; pero desde entonces ocurrieron muchos hechos que pueden hacer variar la calificación, y será el juez militar quien determine si ahora es excarcelable o no".

En la conferencia de prensa que el ministro del Interior ofreció ante más de 50 periodistas de todo el mundo sólo quedó en claro que "las proscripciones políticas que rigen para las próximas elecciones podrían levantarse si se llega a un acuerdo previo". El Gobierno militar uruguayo estaría dispuesto incluso a que Wilson Ferreira Aldunate participe como candidato de su partido si acepta las condiciones impuestas por las Fuerzas Armadas. Los generales uruguayos insisten en que "aquí no habrá rendición de cuentas ni revisión ni juicios sumarios; esto no es Argentina".

Cuando le preguntaron por tercera vez dónde habían sido trasladados los detenidos, el ministro del Interior contestó: "¿Por qué se lo tengo que informar? Yo lo sé pero no se lo voy a decir". En esos términos se desarrolló la rueda de prensa. Había sido anunciada por radio y televisión, y a la hora fijada para el comienzo, los cronistas, fotógrafos, cámaras de la televisión y algún curioso se agolpaban frente a la mesa de entrada del ministerio. La única credencia para el ingreso era el documento de identidad personal, que se arrojaba sobre un mostrador.

En el primer piso de un antiguo edificio, y dentro de un despacho demasiado pequeño, el ministro ofreció primero una versión oficial de los hechos con datos muy subjetivos. Redujo de 50.000 a 20.000 personas la asistencia a la manifestación organizada por el Partido Nacional y el Frente Amplio, y, aunque se mostró satisfecho porque toda la jornada transcurrió "en calma y orden", aclaró que horas más tarde se detuvo a varios asistentes al acto.

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Desbordado

En cuanto aceptó que le hicieran preguntas, el general Rapela se vio desbordado, hasta el punto de quedarse sin respuesta en algunas de ellas. No logró explicar, por ejemplo, cómo tendrían que hacer los periodistas uruguayos para dar a conocer sus declaraciones sobre un hecho cuya mención permanecía estrictamente censurada y prohibida por una disposición oficial.La convención del Partido Nacional, se mantuvo ayer en sesión continua, después del cuarto intermedio previsto en la semana para que varios de sus dirigentes viajaran a Buenos Aires y regresaran en el llamado barco de la libertad. Luego de un prolongado debate, la mesa directiva de la convención ratificó una moción aprobada hace 10 días en la que advertía al Gobierno que la detención de Wilson y su hijo "es un obstáculo insalvable" para continuar la negociación con los militares.

A media tarde de ayer, circuló por la capital uruguaya la consigna de iniciar poco después un caceroleo, consistente en golpear cacerolas, con el propósito de llamar la atencion en Montevideo sobre la retención del líder blanco y de su hijo Juan Raúl

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