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Una agrupación coral fundada en 1987

Como las barandillas de La Concha

Los componentes del Orfeón Donostiarra recibieron el premio con entusiasmo y entre alusiones irónicas a las escasas subvenciones institucionales que reciben. "Somos algo parecido a las barandillas de La Concha: todo el mundo sabe que son muy bonitas y que están ahí, pero muy poca gente se interesa de verdad en ellas", comentaba ayer Coro Rekarte, cantante y secretaria general del Orfeón, minutos después de que el jurado le confirmara el galardón, probablemente el más importante que este conjunto ha cosechado en sus 37 años de historia. "Es que, de verdad, pecamos de humildad; vamos por la vida de aficionados, de grupo local y no pregonamos los éxitos, importantísimos, que hemos obtenido por toda.Europa y por medio mundo".El Orfeón es, en palabras de Rekarte, el primer embajador de Euskadi en el extranjero, y este hecho no guarda, en su opinión, correspondencia con las ayudas que reciben de las instituciones. La secretaria general afirma que el éxito de este conjunto, formado por 140 personas, no tiene más misterio que la pasión por la música y el trabajo continuado. "Por supuesto, es cierto que en Euskadi hay gran capacidad de asociación y que en general existen muy buenas voces, pero lo que nos ha llevado a estar entre los primeros coros del mundo es, sobre todo, fruto de un trabajo entusiasta, un trabajo sin compensación económica alguna, que se demuestra en los tres ensayos semanales y en las casi 30 actuaciones anuales".

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La media de edad de los componentes del Orfeón, fundado en 1897 bajo la dirección del maestro Oñate, se sitúa entre los 25 y los 30 años. Para pertenecer al conjunto no hay más selección que las pruebas de entonación, solfeo y afinación a las que se somete a los aspirantes. El Orfeón es en la actualidad un conjunto abierto, sin límite de plazas, y sus responsables no descartan que pueda ser ampliado a 200 personas, lo que les permitiría responder a las exigencias que imponen determinadas obras.

En los últimos años, bajo la dirección del maestro Antxon Ayestarán, el Orfeón ha orientado sus actividades en dos niveles: los conciertos en los que participan por motivaciones exclusivamente artísticas y los que ofrecen para fines populares: recaudar fondos para los afectados por las inundaciones, para las ikastolas del País Vasco francés o atender las inquietudes culturales musicales de colectivos determinados.

5 directores en 87 años

La creación de la Orquesta de Euskadi les permite ahora actuar con mayor frecuencia en el País Vasco. Huyen del profesionalismo y hacen del voluntarismo una virtud, pero los problemas económicos les han obligado a tomarse muy en serio los asuntos de organización, y en marzo de este año crearon por primera vez dos puestos de trabajo.

A lo largo de los 87 años, el Orfeón ha contado con sólo cinco directores: los maestros Oñate, Luzuriaga, Esnaola, Gorostidi y Ayestarán, que se hizo cargo del conjunto hace 16 años. El maestro Luzuriaga ha pasado a la historia del Orfeón como el primer director que dio entrada a las voces femeninas, en 1929.

Berlín, en 1973, fue el escenario del gran estreno internacional del Orfeón Donostiarra, que actuó con la Orquesta Filarmónica de esa ciudad, bajo la dirección del maestro Frühbeck, interpretando Carmina Burana, de Carl Orff, un éxito que se repetiría dos años más tarde, en París, con el Requiem de Brahms, de la mano de la Orquesta Nacional Francesa. En 1980 el Orfeón obtiene su consagración internacional participando en giras a Inglaterra y Estados Unidos, bajo la dirección de Rafael Frühbeck, con la Royal Filarmonic Orchestra, la Orquesta Sinfónica de Washington y la orquesta de Filadelfia. Dos años más tarde viaja a Israel para interpretar La Creación, de Haynd, junto con la Orquesta de Cámara de Israel, y en noviembre de ese año graba en Toulouse la obra de Albert Roussel Padmavati, con la Orquesta del Teatro Capitolio, bajo la dirección de Michel Plasson, obra que ha obtenido el gran premio de la Academia del Disco Francés.

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