Seis récords de España en la reunión del Villa de Madrid

Madrid se incorporó ayer al circuito de las reuniones internacionales de atletismo. No tuvo un mal debú. Los campeones mundiales de varias especialidades se exhibieron en el estadio Vallehermoso; las figuras nacionales ganaron -que es lo que el público quiere-, incluso con suspense final, y hasta se establecieron seis nuevos récords de España. Hubo espectáculo no exento de cierta calidad, marcas interesantes y liebres. Únicamente faltó el colorido que proporciona la participación de alguno de los monstruos sagrados del atletismo mundial.

Las pruebas estelares se progra maron al final de la reunión. Primero, el 1.500, con Abascal y después, el 800, con González. En el programa figuraban al revés, pero la posibilidad de que González mejorara el récord de Páez hizo pensar a los organizadores la conveniencia del cambio para que así tuviera un brillante broche final el Villa de Madrid Abascal está para hacer una buena marca, no récord, y así lo advirtió. González, en cambio, tenía posibilidades, por su mayor velocidad, de lograr el récord en 800 metros, apoyado por la rivalidad que le suponía competir contra los mejores especialistas No hubo récord, pero sí ganó. Y con emoción, porque Benjamín González hizo un cambio de ritmo fabuloso, ante la lentitud de la liebre, y puso metros de diferencia entre él y los participantes. La victoria se decidió al sprint y ahí González tuvo todas las de ganar.Abascal también contó con liebre. Era imprescindible para asegurar, cuando menos, una buena marca. La gente todavía no está fina. Correr con mayor ambición era de locos. Y se montó la carrera para que el público disfrutara. Se retiró la liebre a los 1.000 metros y saltó Wessinghage en un alarde de poderío. Abascal quedó detrás. Éste, que corrió muy cómodo durante toda la prueba se impuso en la recta final por juventud y calidad.

El público disfrutó con esta carreras. El ambiente estaba a favor. Momentos antes había habido una auténtica borrachera de récords. Primero fue Ruiz, en pértiga, que saltó 5,45, un centímetro más que su anterior récord. Luego vino la explosión de Teresa Rioné, que, además de ganar los 100 metros y mejorar el récord en 32 centésimas, logró la mínima olímpica. Después, los récords de jabalina: Aurora Moreno lo fijó en 54,46 y, al siguiente lanzamiento, Natividad Vizcaíno lo mejoró con una marca de 55,22. A continuación, el de Enriqueta Díaz en peso, 14,33 veinte centímetros más que el récord más antiguo del palmarés español; databa de 1974. Y, por último, un récord con marca de relieve: Antonio Sánchez ganó los 400 metros con 45.76, imponiéndose a Heras. Otro de los favoritos, Antonio Prieto, fue también derrotado, en 5.000 metros por la mayor velocidad de Jorge García; en esta prueba participó, sin destacar, Pere Casacuberta, campeón mundial de cross en categoría junior.

La actuación de los campeones mundiales Hoffmann, Bugar y Elena Fibingerova no tuvo mayor interés que la lucha contra sí mismos de mejorar sus propias marcas. En esta misma línea estuvo el ex recordman mundial Moegenburg, que intentó, sin lograrlo, el récord europeo de salto de altura, sobre 2,36, un centímetro inás de lo que él tiene acreditado que fue, hace cuatro años, récord mundial.