El caso de Andrei Sajarov
La suerte del premio Nobel de la Paz Andrei Sajarov se ha convertido en un problema internacional. Desde París, diversas noticias indican que el presidente Mitterrand ha puesto ciertas condiciones, ligadas a la situación de Sajarov, al viaje que tiene proyectado realizar a Moscú en fecha próxima. En Madrid, el Congreso de los Diputados ha adoptado por unanimidad una resolución en favor de Sajarov, medida completamente excepcional. En Italia, al lado de otros partidos de diferente signo y del presidente de la República, Pertini, el partido comunista se ha pronunciado en términos muy enérgicos sobre este tema. Se trata, pues, de algo que interesa a la opinión de izquierda. Es cierto que el caso de Sajarov es agitado por la Administración norteamericana, al mismo tiempo que ésta protege tremendas violaciones de los derechos humanos en otros lugares del mundo, como Centroamérica, pero sería absurdo que ese hecho sirviese de pantalla para no intentar comprender el aspecto real de la cuestión. ¿Quién es Sajarov? Pertenece a una familia de la intelectualidad rusa que en sus tiempos mantuvo relaciones amistosas con León Tolstoi; es un dato que ayuda a imaginar el clima en el que se educó. Estudió física, como había hecho su padre, y obtuvo éxitos cuando era un investigador muy joven. A los 27 años fue incorporado al grupo que preparaba, en medio del mayor secreto, la bomba de hidrógeno soviética; ésta fue una realidad en 1953, antes que la norteamericana. A los 32 años, Sajarov se convirtió en el miembro más joven de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética Sobre él llovieron honores y con decoraciones.
Educado en el ejemplo de Einstein y de tantos otros, Sajarov era un humanista, además de un científico. Sus primeros choques con el establishment soviético estuvieron relacionados con las injerencias de la autoridad partidaria en temas científicos derivadas de los hábitos del período de Stalin. En los años se senta empezó a elevar su voz respetada por su papel en la obtención del arma nuclear soviética, contra ciertas actitudes del régimen que él consideraba contrarias a los ideales del socialismo: en concreto, en 1966 escribió una carta llamando la atención de las autoridades ante los intentos de rehabilitar a Stalin. En 1970, con dos amigos, fundó el Comité por la Defensa de los Derechos del Hombre en la URSS. Sería absurdo negar que la concesión a Sajarov del Premio Nobel de la Paz en 1975 tendía a estimular formas de oposición dentro de la Unión Soviética. La respuesta del Gobierno de Moscú previsible, fue una intensificación de las medidas de vigilancia que rodeaban su actividad, de un modo cada vez más persistente.
Círculo restringido _
Hay que tomar la precaución de no trasladar una visión basada en el prestigio internacional de Sajarov a lo que ocurre dentro de la Unión Soviética. La realidad es que el número de personas que conocen esa labor de defensa de los derechos humanos es escasísima. Sajarov se ha llovido en un círculo muy restringido, sobre todo de científicos e intelectuales. Esto mismo hace menos explicable la brutalidad de las medidas adoptadas por las autoridades soviéticas en este caso. En 1980, después de la invasión de Afganistán, el clima soviético se endureció; en ese momento se produjo el confinamiento de Andrei Sajarov a unos 400 kilómetros de Moscú, en la ciudad de Gorki, ciudad a la que los extranjeros tienen prohibido el acceso. Esta medida provocó inmediatamente una intensificación de la campaña internacional, ya que el contacto de Sajarov con el mundo quedó limitado a su mujer, que le visitaba de cuando en cuando.
Es difícil comprender por qué el Gobierno soviético no ha aplicado en el caso de Andrei Sajarov la misma medida que en numerosos otros casos de intelectuales soviéticos: facilitar de una u otra forma su emigración. El argumento que se ha empleado en diversas ocasiones, respondiendo a interrogaciones diplomáticas, ha sido que la emigración era imposible por los secretos de que Sajarov es poseedor por la labor científica, ligada con la defensa, que ha realizado. El argumento no es convincente, si se piensa en el tiempo transcurrido desde esos trabajos científicos en los que Sajarov tomó parte. Por otra parte, suponer que la presencia de Sajarov en la emigración sería una aportación considerable a la campaña contra la Unión Soviética carece de realismo: hay otros emigrados que dicen ya lo que él podría decir. Se ha llegado a una situación en que el mantenimiento de las actuales medidas represivas está causando un daño cada día mayor al prestigio internacional de la Unión Soviética. Es difícil creer que las autoridades soviéticas no sean capaces de tomar conciencia de ello y de sacar las consecuencias evidentes.
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