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CONFLICTO DEL GOLFO PÉRSICO

El temor al 'efecto Jomeini'

El agravamiento de la guerra irano-iraquí frena la intervención de Washington y MoscúMadrid

El enfrentamiento entre Irán e Irak no es ninguna novedad. Llevan luchando desde hace más de cuatro años. Como resultado de esa contingencia, 60 buques que circulaban por el golfo Pérsico han sido hundidos. ¿Por qué causa tanta preocupación el hundimiento de algunos petroleros en los últimos días?La diferencia sustancial está en que los buques eran alcanzados en las costas de los países contendientes y ahora sucede en el estrecho de Ormuz, en aguas internacionales. Unas aguas por donde circulan diariamente los ocho millones de barriles que producen los países del Golfo y que se consumen, prioritariamente, en los Estados Unidos, Europa Occidental y Japón.

Mientras el tráfico de este oxígeno no se vea alterado, la internacionalización del conflicto se mantendrá congelada, pero existen serios temores de que esto no ocurra. Estados Unidos mantiene una postura ambigua, pero llegaría a intervenir si así se lo solicitase Arabia Saudí, su principal aliado en la zona, a quien ha facilitado 170 aviones de combate y aparatos de observación AWACS, según informa Ramón Vilaró desde Washington. Por otro lado, Estados Unidos está en condiciones de enviar, en un plazo no superior a las 48 horas, hasta 24 unidades de aviones F-15 desde su propio territorio y ha situado en las inmediaciones del Golfo a su portaviones Kitty Hawk, auxiliado por otros cuatro barcos de guerra.

En situación de perentoria gravedad, la Administración Reagan, "en contacto permanente con los aliados", podría también buscar una salida conjunta con otros miembros de la OTAN, en particular británicos y franceses, ya que el golfo Pérsico constituye la principal fuente de petróleo para Europa y Japón, por delante de EE UU, como recordó el presidente norteamericano en su última conferencia de prensa.

¿Cuál podría ser el nuevo paso de EE UU si hay riesgo de cierre del estrecho de Ormuz? En su última conferencia de prensa, celebra da el pasado miércoles en la Casa Blanca, Reagan dijo que EE UU no intervendrá voluntariamente en la guerra del Golfo. Abundando en esta postura, altos funcionarios norteamericanos han afirmado confidencialmente que en los últimos cuatro meses "Washington y Moscú han intercambiado opiniones sobre la evolución del conflicto para evitar malentendidos dado que ambos tienen convergencia de intereses"

Asimismo, Washington ha mostrado estar dispuesto a enviar inmediatamente a Arabia Saudí 200 cohetes portátiles Stinger, de una remesa prevista de 1.200, para hacer frente a un eventual ataque aéreo iraní. La medida encuentra recelos por parte de Israel, por conducto diplomático mostró su rechazo al respecto.

Sin embargo, la Unión Soviética acusa en repetidas ocasiones a la Administración Reagan de buscar "desde hace tiempo" un motivo que, bajo el "pretexto de la defensa de los intereses vitales", permita llevar a cabo una "intervención activa armada" en la importante ruta petrolera, informa Pilar Bonet desde Moscú. Pese a haber advertido a EE UU de las "consecuencias peligrosas" que tendría tal acción, el Kremlin no ha especificado cuál sería la postura soviética en caso de una actuación bélica norteamericana.

Escarmiento

Este temor a Jomeini es compartido por los norteamericanos, que valoran su influencia hasta el punto de haberlo convertido en el principal argumento contra su intervención directa en el conflicto. De hacerlo, nadie les garantiza que el integrismo jomeinista no se extendiera a los países limítrofes, donde actualmente gobiernan aliados conservadores.

En los últimos tiempos, la URSS ha estrechado sus relaciones con Irak, que incluyen, al parecer, un incremento de los suministros de armas destinadas a su uso en la guerra contra Irán. Las relaciones entre la URSS e Irán, vinculadas por un tratado de cooperación que data de 1972, se habían visto lastradas en los últimos años por la intervención soviética en Afganistán, la represión de los comunistas por el régimen de Teherán y la expulsión de diplomáticos soviéticos.

La URSS ha tratado, al parecer, de mitigar las diferencias existentes entre Irak y Siria, el principal aliado soviético en Oriente Próximo, que, sin embargo, apoya a Irán en su guerra contra Irak.

A finales del pasado abril el primer viceministro iraquí, Taha Yasin Ramadan, realizó una visita oficial a Moscú, durante la cual se firmaron acuerdos de cooperación económica y técnica entre los dos países. Ramadan, que fue objeto de un cordial recibimiento en el Kremlin, tuvo entre sus interlocutores al jefe del Gobierno, Nicolai Tijonov; al viceprimer ministro de Defensa, mariscal N. V. Ogarkov, y al presidente del Comité Estatal Soviético de Relaciones Económicas Internacionales, Yakov Ryabov, quien, al parecer, es también responsable de las ventas de armas soviéticas al extranjero.

Para el órgano del Gobierno soviético, el diario Izvestia, en las actuales condiciones "tiene gran importancia la firmeza con la cual los Estados de la región opongan resistencia a la insistencia de Washington". "La libertad de navegación debe ser respetada en todas partes, pero no con ayuda de la concentración de fuerzas bélicas en el golfo Pérsico". Por su parte, el órgano del partido comunista, Pravda, niega terminantemente que el móvil de Washington sea la inquietud por la libre navegación internacional, y pone como ejemplo de ello el comportamiento norteamericano en el sabotaje a los puertos nicaragüenses.

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