La querella contra Jordi Pujol por la gestión de Banca Catalana

( ... ) Pero será difícil que la política no se entrecruce con el frío y desapasionado análisis jurídico del caso, que todos deberíamos aguardar. Antes de que los tribunales sentencien el caso, unos pueden caer en la tentación de aprovechar el tema para el desprestigio de un adversario político y será muy difícil de convencer a otros que no ha mediado ninguna presión política. Para éstos, incluso para los que aceptan que puedan haber existido falsedades en documentos mercantiles y un agujero de miles de millones de pesetas, las causas de tales irregularidades son estrictamente políticas, de política catalanista durante el franquismo. Para ellos Banca Catalana, absorbiendo empres as y entidades financieras en dificultades, quiso ser más que un banco e intentó, amén de patrocinar actuaciones de filantropía patriótica y cultural, constituir un INI catalán. Con lógica generosidad, estos sectores verán sólo errores, por haber intentando ejercer un papel financiero sustitutorio, pero no delitos. Son los sectores que en estos momentos brindan su solidaridad a Jordi Pujol. Será muy difícil que unos y otros mantengan la cabeza fría en espera de sucesivas decisiones judiciales.Y será lamentable si en el caso se involucra a la institución autonómica que, en su segundo mandato, Pujol pasará a presidir la próxima semana. Pujol, por supuesto, no es Cataluña. Sus ideas representan a una parte importante de ella y como presidente de la Generalitát nos representa a todos. No faltarán los oportunista de turno, que interesadamente mezclarán a la institución con artículos del Código Penal. Sería grave que esto ocurriera desde Cataluña. Jordi Pujol no es un benefactor ni un delincuente. Es el presidente de la Generalitat, que por sus actividades financieras hasta el comienzo de la transición se ve incurso en un procedimiento judicial que ha de depurar responsabilidades. Ni más, ni menos.

, 24 de mayo