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Balance del viaje asiático del Papa

Unas tribus pacificadas por la acción del cristianismo

Juan Arias

Karl María Brand, alemán, es un sacerdote, religioso de la Congregación de los Misioneros del Sagrado Corazón, que ha pasado más de 25 años como misionero en Papúa-Nueva Guinea y que redactó los discursos del Papa durante su estancia en aquellas lejanas tierras. Incluso le tradujo los textos al pidgin, la lengua común creada para los indígenas. Este misionero, que estudió filosofía, teología y derecho canónico en la Universidad Gregoriana de Roma, informó a Juan Pablo II sobre la realidad de un país -el más singular de los incluidos en la gira asiática del Pontífice- "de 1.000 tribus, 800 lenguas e infinitos espíritus"."Esta gente", comentó Brand al enviado especial de EL PAIS al viaje papal, "vivía hasta hace poco en la Edad de Piedra, y aún hoy, a nueve años de la independencia, los miembros de las diversas tribus se combaten a veces con arcos y flechas. Para nosotros, el gran esfuerzo ha sido el liberarles de algunos tabúes ancestrales, alejarles poco a poco de algunos ritos increíblemente cruentos y salvajes a través de la fe cristiana y, al mismo tiempo, darles una conciencia de pueblo nacional.

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"Después de un siglo de evangelización", afirma este misionero singular, "la tercera parte es ya católica, y es aún más fuerte la componente protestante. Hay que reconocer que la pacificación entre estas tribus, de las más primitivas de la Tierra, que les ha llevado a la misma in dependencia, se debe a la acción del cristianismo".

La labor evangelizadora, afirma Brand, se ha hecho dando una gran libertad "para que puedan expresar su fe sin renunciar a muchos de sus símbolos y costumbres".

"Al principio", continúa, "los misioneros fueron muy severos. Para poder bautizarles se obligaba a los indígenas a quemar públicamente sus ídolos y amuletos y a una moral occidental completamente rigurosa. Ahora hay más elasticidad. No se puede olvidar que esta gente ha dado en pocos años saltos de miles de años y que quizá a pocos kilómetros de la iglesia, en el interior de la selva, pueda haber aún poblados a los que no ha llegado el hombre blanco y que viven en la verdadera Edad de Piedra".

Karl María Brand no excluye que todavía se practique, aunque esporádicamente, el canibalismo. "Hay que tener en cuenta", dice, "que para estas gentes el matar es algo que no tiene una importancia moral como para nosotros. Para ellos es todo un problema de supervivencia".

El misionero afirma que "existe el peligro de una vuelta atrás. Bajo la presión del movimiento de aculturación, existe hoy otro: el de querer volver a las costumbres de los antepasados, incluso los intelectuales, que acusan a Occidente de haberles despojado de usanzas que se les quitaron sólo en nombre del cristianismo y sin demasiados escrúpulos".

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