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La banca escurrió el bulto

Poco antes de la primera crisis energética, iniciada en el otoño de 1973, los siete grandes de la banca española, que tenían en su poder importantes paquetes de acciones de las compañías eléctricas, comenzaron a desprenderse de ellos. Las acciones cotizaban por aquel tiempo en torno al 250% y sus valores contables anotados en la banca eran muy bajos. Los bancos vendieron bien y oportunamente, obteniendo buenos beneficios. Liquidando su participación y repartiéndola entre un accionanado popular alejaban, por una parte, el fastasma de la nacionalización, complicándola con estadios llenos de modestos accionistas y encareciéndola ante la imposible negociacion. Por otra parte, las necesidades eléctricas de España auguraban ya fuertes inversiones, y no siendo los dueños de las compañías, les resultaba más cómodo escurrir el bulto a la hora de negarles financiación. El negocio bancario generado por tales inversiones y por los recibos estaba asegurado para los siete grandes a través de las sociedades de cartera y fondos de inversión que, de hecho, controlaban la representación en las juntas multitudinarias. Los bancos siguen controlando el negocio eléctrico, pero sin arriesgar la propiedad que no tienen ni los créditos que nunca dieron.

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El escalofrío eléctrico

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