Éxito de la Sinfónica de Euskadi en los Encuentros del País Vasco
Con asistencia del lendakari Carlos Garaikoetxea, y en un clima de franco éxito, se desarrolló el concierto de la orquesta sinfónica del País Vasco y el Coro Easo: un programa dedicado monográficamente a Brahms, autor cuya música ha tenido generosísima presencia en los conciertos de las últimas temporadas en el Real. La sesión se abrió con la intepretación del Agur jaunak.Dentro de la avalancha brahmsiana a la que aludíamos, los conjuntos vascos tuvieron el acierto de incluir la infrecuente cantata Rinaldo, para tenor, coro masculino y orquesta, proporcionando un interesante equilibrio al programa, cuya primera parte estaba integrada por dos de las obras orquestales más divulgadas.
Orquesta Sinfónica de Euskadi
Obertura trágica op. 81; Variaciones sobre un lema de Haydn, op. 56 y Rinaldo op. 50 (Brahms). Martin Finke, tenor. Coro Easo. Director: Roberto Benzi. Teatro Real, 10 de mayo de 1984.
La Orquesta de Euskadi ha conseguido en muy poco tiempo sonar a orquesta hecha, evidenciando los positivos resultados de su planteamiento. Hay calidad en el sonido y cohesión entre los distintos bloques tímbricos, condiciones idóneas para que el cuidado en la contratación de batutas y el buen sentido de la programación la impulsen progresivamente hacia cotas altas que parecen al alcance de la mano.
El Coro Easo, integrado por voces robustas, contundentes y, empastadas, cantó admirablemente y pudo haberlo hecho mejor si el director hubiera optado por moldear el sonido en lugar de requerir casi el grito. Pero no es la delicadeza musical la característica que puede retratar al maestro Benzi, sino más bien el mando extrovertido y la búsqueda de versiones vibrantes y comunicativas. Un director, en fin, más práctico que sutil.
Por enfermedad del tenor que se había anunciado, el papel de Rinaldo se encomendó -ignoro con qué grado de premura- a Martín Finke, cuyas cualidades sin duda brillarán mejor en otra obra y ocasión: encontró problemas para colocar los agudos y, en todo caso, leyó más que interpretó.
Una vez apagados los largos aplausos que premiaron el quehacer general, y al iniciar su retirada la orquesta y el coro, se reprodujeron las ovaciones como afectuosa despedida a los excelentes conjuntos, que habían cubierto brillantemente un nuevo capítulo de los Encuentros Culturales del País Vasco.
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