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El pintor cántabro Antonio Quirós murió ayer en una clínica de Londres

El pintor Antonio Quirós falleció ayer en Londres víctima de una larga enfermedad. Él no fue pródigo en la difusión de sus datos biográficos, de modo que la convención señala que ahora podía tener 66 años. La suya era una obra prolífica y diversa, llena de imaginación y de inventiva estética.

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Antonio Quirós y Arroyo, pintor

Antonio Quirós se fue ayer, en una clínica de Londres, adonde no quería ir porque sabía que a la muerte no cabe jugarle con cartas marcadas. Antonio Quirós ha tenido que luchar hasta el últímó día con la paradoja. Tinto lo esquelético y me gusta lo hermoso, coqueteo con lo monstrenco y me ruboriza lo angélico, tinto la muerte y me encanta la vida, me confió un día que acudí a su estudio en busca de datos biográficos, que, naturalmente, sólo me dio hasta donde quiso. Porque Quirós, y ésto hay que respetarlo, era de la opinión de que los hitos de la vida de un hombre no cuentan, que lo que cuenta es lo que ese hombre ha logrado, de arte, hacer con la vida.De aquí era inútil tratar de sacarlo. De aquí que Antonio Quirós nos abandone sin que nadie haya, de momento, logrado perfilar las fechas claves de su vida más allá de donde él quiso. Nació en Ucieda (Santander), hacia 1918. Pero cabe sospechar que fue antes, aunque él lo desmentía. Coetáneos suyos le adelantan hasta tres años. Fue, sí, en el mes de agosto, en la casa de los Quirós. Emparentado con la pintora María Blanchard, de la que recibe claras influencias, en sus primeras composiciones artísticas, con los Gutiérrez Cucto, fundadores de periódicos y gente de letras, con Concha Espina y los De la Serna, su primer profesor fue Camoyano, a quien apreciaba más allá de lo usual entre alumno y maestro.

Pronto se deja atrapar por la magia del surrealismo y pinta con colores enterizos y grandes espacios vacíos y fantasmales. La guerra civil supone para él una prueba y un drama del que no gusta hablar. Se conservan dibujos suyos de esta etapa, bayoneta al hombro, duros y graves, de milicianos en el frente asediados por el frío invierno y la tragedia, tratados con dureza de xilografía que anuncia las esquematizaciones que en el futuro le darán fama. El exilio le lleva a París, como a tantos artistas republicanos, siendo luego herido en el cerco de Berlín, donde permanece postrado un largo espacio de tiempo, víctima de las heridas de guerra recibidas.

Su mester de soldado, obligado por las circunstancias y el compromiso ético, quería olvidarlo, para hablar de París, de sus estudios en la Academie de la Grand Chaumiere y en la Academie Julien. Influido por su tía, María Blanchard, lo cual se nota en los cuadros del 39 al 45, aproximadamente, goza de la amistad y magisterio de Fernand Léger y de André Lhote, contando con condiscípulos de la significación de Staël, Herauld, Goerg y Wools. Tras la liberación de París, y vuelta la normalidad, Quirós brilla con luz propia en los movimientos artísticos parisienses más ligados con el existencialismo.

Cuando comenzaba a ganar la aceptación de París, no tanto como él decía, ni tan poco como aquí se piensa, Quirós. vuelve a España hacia 1952, y se instala en Madrid. Dos modos trae bajo el brazo, ambos muy suyos: la figuración esquemática y la abstración orgánica, nombres ambos que registro como suyos. Quirós se gana pronto un nombre en Madrid, donde su quehacer, por demás original, contrasta con el de cualquier otro. Quirós puede gustar o no gustar, pero lo que no cabe duda es que es un pintor personalísimo. Tanto en la concepción de sus figuras, delgadas, esqueléticas y fantasmales, como en la viveza vibrante y joyesca de sus actuaciones, especie de seres en descomposición o piezas orgánicas fructuantes, algo que se está haciendo o deshaciendo. Y si original en extremo era su mundo de formas, no menos puede decirse de la originalidad técnica de sus pinturas. Colores planos, a veces, que dejan rezumar los subyacentes. Y otras, esa especie de rascaduras o flotamientos que recubre un toque cerámico, como de vitral. Otra originalidad, generalmente afectada, de Quirós, es la calidad de sus retratos, verdaderas incursiones en el ánima del retratado. Y es que antes que retratos, éstos aspiraban a ser, y lo eran, grandes abstraciones, trozos de cuadros, condensaciones de su mejor arte.

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