Los diseñadores descubren el oro
1.500 expositores muestran sus últimas obras en la feria de Basilea
A la Feria de Industrias Suizas (Feria de Primavera) de Basilea celebrada en el mes de abril, han acudido unos 1.500 expositores (100 más que el año pasado, de los cuales 50 fueron españoles). De los 99.000 visitantes, un 72% eran profesionales, incluyendo importadores (32%), detallistas (29%), fabricantes (27%) y otros (tiendas duty free, grandes almacenes, etcétera).De los compradores profesionales, el mayor número lo componían norteamericanos, europeos y japoneses, quienes se volcaron sobre los productos italianos.
Los artículos de mayor éxito en ventas fueron las cadenas de oro, las joyas de moda de calidad media, joyas de oro con pequeñas piedras preciosas y joyas con diseños exclusivos. Se apreciaba un aumento del uso del oro. Un detalle curioso es el uso de pedrería para gafas, como el caso de Cartier, cuyas pulseras, collares y pendientes de diamantes y rubíes hacen juego con gafas femeninas. En vista del descubrimiento de que sólo entre un 10% a un 20% de occidentales compra oro cada cinco años, Intergold (International Gold Corporation), empresa multinacional surafricana que promueve el consumo del oro en el mundo, decidió que la industria de joyería, para ser más competitiva, necesita una inyección de nuevos diseños con precios accesibles.
En este sentido, encargaron al gabinete francés de estilismo, Promostyl, un estudio sobre las tendencias de moda para la próxima primavera-verano 1985. Sus conclusiones subrayaron cuatro factores: el árabe, de inspiración exótica, influenciado por el aire; Baco, relacionado con la tierra y su autenticidad, gitano o zíngaro, inspirado en el fuego, y el tema monacal, símbolo de la tranquilidad y el agua. El resultado de esta iniciativa ha sido un desfile titulado El oro en la moda, donde 45 fabricantes y diseñadores de joyas de 10 países inspirados en esos factores realizaron tres o cuatro piezas cada uno.
Dos joyeros representaron a España: Víctor Caparrós, joven artesano e innovador catalán, y Octavio Sardá, joyero industrial, quien exportó 250 millones de pesetas en 1983.
Las creaciones de Caparrós estaban inspiradas en temas gitanos. Su desfile culminó con siete maniquíes luciendo vestidos muy ceñidos de colores vivos, adornados por collares, pulseras, pendientes y gafas que son despieces de una plancha de oro cortado. Para este diseñador es evidente que "la gente no quiere hacer ostentación por la calle, sino disfrutar de las joyas, que se deben acoplar a la forma de vivir de hoy". Considera que su línea es "pura y sin complicaciones, pero debe favorecer a la mujer".
La colección de Octavio Sardá, titulada Sinfonía de formas, se dividió en tres grupos: oro y piedras, inspirado en arqueología y piezas de antigüedad celta; oro con diamantes de formas más modernas, pero de estilo clásico, y joyería futurista, combinando oro y plástico.
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