_
_
_
_
Entrevista:La mayor crisis desde el 'crack' de 1929/ y 3

América Latina sólo puede administrar la recesión

Joaquín Estefanía

JOAQUIN ESTEFANIA MOREIRAPregunta. Tras el agotamiento del modelo de desarrollo que impulsó la CEPAL en América Latina hace varias décadas, y después del fracaso del monetarismo, ¿se puede ofrecer en estos momentos un nuevo paradigma económico para la región?

Respuesta. Es muy difícil, hoy por hoy, ofrecer un nuevo paradigma para América Latina en materia económica, por varias razones. Primero, porque la región, si bien es homogénea en algunas cosas, se ha hecho cada vez más diferente en otras muchas. Es muy dificil establecer el mismo paradigma para Brasil que para una isla del Caribe, o para Uruguay y para México. En segundo lugar, porque se están produciendo cambios de extraordinaria importancia en el mundo, que hacen que el escenario internacional -que es una variable fundamental- esté cambiando de forma violenta. Cuando la CEPAL elaboró su paradigma en los años cincuenta, teníamos una visión del mundo capitalista, de la estrategia del crecimiento; hoy, los escenarios en el mundo industrial están cambiando violentamente; los motores del crecimiento se están alterando... Estamos enfrentándonos a una tercera revolución industrial que todavía no ha dado señales claras de hacia dónde va.

En los próximos años, es evidente que las tasas de crecimiento en América Latina van a ser débiles, simplemente porque no hay posibilidad alguna de que la región pueda realizar una aceleración violenta de su desarrollo. Hemos hecho un modelo en la CEPAL según el cual, en la mejor de las hipótesis, la región estaría logrando en 1990 los niveles de 1980. En estas condiciones, vamos a tener un período en el que lo más importante es administrar la recesión, administrar las presiones sociales y las expectativas frustradas de las clases medias.

P. Esta administración de la que usted habla tuvo un modelo hasta los años setenta, que se podía llamar neokeynesiano. Luego, en muchos países varió 180 grados la situación y se comenzó a aplicar lo que también, genéricamente, se ha conocido como monetarismo...

R. Creo que en América Latina ha sido superado el monetarismo en todas las partes. Nadie puede dejar de reconocer que, en estas condiciones, navegar en la crisis con las leyes exclusivas del mercado es casi un imposible social y económico. Todos los Gobiernos tienen irremediablemente que intervenir en un conjunto de demandas sociales, y, por tanto, una acción deliberada del Estado es inevitable. Cualquiera que sea la coyuntura externa, los recursos externos van a ser mucho más escasos que en la década de los setenta; ahora tenemos un período de inevitable austeridad externa, y, por tanto, interna, que obliga a una administración mucho más eficiente de los recursos. Pero esto también implica aprovechar la coyuntura para prepararnos a una gran tarea de modernización de América Latina para otra etapa de desarrollo.

Lecciones amargas

P. ¿ Qué lecciones ha dejado la experiencia monetaria en los países en que ha sido aplicada: Chile, Argentina, Perú ... ?

R. Ha dejado lecciones amargas. Primero porque puso de manifiesto que el uso del instrumento monetario, o el uso simplemente del mercado para ganar eficiencia, se ha mostrado muy insuficiente, y en muchos casos ha llevado a la destrucción del aparato productivo, y a promover un gigantesco endeudamiento al que habrá que seguir atendiendo durante muchos años. Al monetarismo le ha faltado el horizonte social y el horizonte temporal, como ha dicho en algunas ocasiones Raúl Prebich. Repito aquí que se necesita una acción deliberada del Estado para intervenir en los procesos. El grado, dimensión y profundidad de esta intervención es un problema que cada país define, pero es inevitable.

P. Al relacionar monetarismo y endeudamiento exterior, ¿pretende hacerlo de, modo directo? Es decir, ¿es el monetarismo el principal causante de la situación de la deuda externa de América Latina?

R. No. Sería una injusticia decir esto, o mejor, sería una verdad parcial, porque en el problema de la deuda han entrado los países monetaristas y los no monetaristas. El origen del endeudamiento latinoamericano es muy variado, y reconoce una multiplicidad de causas, entre otras, políticas internas desacertadas. No tiene nada de malo, en teoría, que los países en desarrollo se endeuden. Estos países necesitan capital. El problema es para qué te endeudas y en qué aplicas el endeudamiento. Y lo que ha fallado aquí ha sido esto; una parte considerable de la deuda externa latinoamericana fue a alimentar inversiones no reproductivas, fue a sostener, por ejemplo, políticas cambiarias irreales o defender políticas de estabilización irreales. O a alimentar una macroeconomía que alentó la salida de capitales; o a atender el armamentismo violento de América Latina.

P. ¿Cómo se puede salir de esa situación de endeudamiento? ¿Qué tipo de medidas son esas que pueden imponerse?

R. Cambiar las condiciones de los ejercicios de la refinanciación de la deuda: más plazos para pagar, menores tipos de interés, y, sobre todo, los países no pueden afectar para el pago de la deuda un porcentaje de exportaciones superior a un cierto volumen...

P. ¿Qué porcentaje sería éste, según la CEPAL? El Sistema Económico Latinoamericano (SELA) ha recomendado un 20% del valor de las exportaciones...

R. Es muy peligroso decir un porcentaje. Depende de los países, porque la relación exportaciones deuda es muy diferente en los países latinoamericanos.

P. ¿No resulta paralizante a la hora de analizar el problema de la deuda acudir sólo a la incomprensión exterior? ¿No hubo ineficacia interna en los países latinoamericanos a la hora de escoger la vía del endeudamiento, por la enorme facilidad de liquidez del exterior?

R. Ciertamente, hay causas intemas en esta crisis; las hubo en el origen y también las hay ahora. No hemos caído en el simplismo de decir que los problemas de la deuda se deben solamente a la perversidad de la coyuntura intemacional. Hay una trilogía de causas: políticas internas desacertadas; permisividad financiera muy grande, que en muchos casos fue más allá de las reglas de la ortodoxia convencional, y una coyuntura internacional que nos ha jugado una mala pasada. Hasta 1980, la deuda no era tan preocupante. Hay mucha gente que se pregunta cómo no se previó esto; los grandes traidores de la película han sido las tasas de interés y los términos del intercambio, que han generado un sobreajuste.

P. ¿Existen diferentes posiciones, hacia una mayor flexiblidad, en la banca internacional, en el problema de la deuda?

R. Sí. Particularmente, en la banca europea se denota una mejor flexibilidad y, por tanto, un mayor conocimiento del problema. Hay documentos, por ejemplo, de la Unión de Bancos Suizos, o del mismo Alfonso Escámez, presidente del Banco Central, que así lo demuestran. Naturalmente que la banca norteamericana está mucho más endeudada en términos relativos que la banca europea. Eso marca una diferencia significativa. Pero yo noto dos cambios importantes en el escenario internacional: por una parte, hay una creciente convicción de los banqueros internacionales de que esto, así como está, no funciona, y de que hay que. hacer algo. Las discrepancias están en qué hay que hacer; algunos quieren grandes medidas globales; otros, que intervengan los Estados, etcétera. En segundo lugar, hay una creciente conciencia en los países latinoamericanos para actuar en algún grado colectivamente.

P. ¿Puede jugar España algún papel específico en todo esto?

R. Bueno, ya he mencionado antes el documento de Escámez. Este documento marca la visión de un banquero inteligente, que se da cuenta de que la primera condición de un acreedor es crearle condiciones al deudor para que pueda pagar. Esto, que es válido a nivel de empresa, es válido también a nivel de países. España no es un acreedor dominante, pero no deja de tener una deuda importante. España no podría hacer de punta de lanza del sistema financiero internacional, ni tendría sentido que se lo pidiéramos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_