Un concierto de Uhl dedicado al festival de Murcia

ENVIADO ESPECIALHay en los certámenes internacionales de orquestas jóvenes, desde el concurso Karajan de Berlín hasta el festival murciano, un momento de interés culminante: cuando para la clausura tocan juntos los mejores instrumentistas venidos con las diversas formaciones. Se precisa para ensamblar tan vario conjunto un maestro auténtico, capaz de enseñar más que de ensayar con rapidez y eficacia, hasta convertir una convocatoria de músicos -italianos, austriacos, checos, británicos y españoles- en una verdadera orquesta.

Wolfgang Scheidt (Viena, 1947) ha conseguido tan difícil empeño con brillante calidad en un programa ni fácil ni convencional. Centro del mismo era el estreno del Concierto-ronda, escrito para el festival murciano por el vienés Alfred Uhl, uno de los compositores austriacos más prestigiosos de toda Europa central.

La ejecución de los difíciles tres movimientos de Uhl alcanzó niveles de excelente profesionalidad, lo que podría afirmarse también de la palpitante y contrastada versiónde la Sinfonía en do, K. 200, y del Divertimento en re, de Mozart.

Sorprendió al director y a la mayor parte de los profesores la belleza y calidad de la Oración del torero, de Joaquín Turina, escrita por cierto para el célebre cuarteto de laúdes de los murcianos hermanos Aguilar; sorprendió igualmente la gran asimilación de la letra y el espíritu del compositor sevillano por parte del director Scheidt y la Orquesta Internacional de Jóvents, quienes, junto a los principales solistas escuchados en la Pasión, de Bach, y al coro de Manchester, cerraron el festival con el bellísimo Magnificat, de Albinoni.

Las claras líneas y la escueta y melancólica expresividad religiosa del diletante veneto sonaron con transparencia, continuidad dinámica y veracidad de estilo, lo que provocó la reacción aclariatoria del público que llenaba el monasterio de los Jerónimos.

No sería justo olvidar el Mozart escuchado en el teatro Julián Romea a la Escuela Superior de Graz, dirigida desde el podio o desde su atril de concertino por el profesor griego asentado en Austria Christos Polyzoides, ni la ingente tarea llevada a cabo por el grupo de la universidad de Murcia, organizador del festival: el rector, José Antonio Lozano, y los profesores González Semitiel y Belda Navarro.

Por otra parte, con la actuación de la Orquesta Filarmónica de Moscú, dirigida por Dimitri Kitaienko, finalizó ayer la III Semana de Música y Danza de Valladolid, organizada por la Fundación Municipal de Cultura, y que ha venido celebrándose desde el pasado 17 de abril. El certamen fue inaugurado por la Orquesta Ciudad de Valladolid, dirigida en esta ocasión por el belga Eric Feldbusch, que sustituyó a su titular, Luis Remartínez, informa L. M. De Dios, desde Valladolid.

En jornadas sucesivas han actuado Raymond Couste, (Francia), el grupo Ars Viva; la Orquesta Sinfónica Juvenil de Kiel; el Coro Madrigal, de Sofía; el cuarteto de cuerdas Haydn (Polonia-Hungría); el Ballet Nacional Clásico, dirigido por María de Ávila; el dúo cubano Emelina López (soprano) y José Luis Fajardo (piano), y el Ballet Contemporani de Barcelona.