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La deuda exterior latinoamericana

La deuda exterior de América Latina es, según el autor, un tema de indudable interés sobre el que nuestro país tiene que adoptar una, no sólo por los lazos de todo tipo que nos unen a esa región, sino también porque la banca española es acreedora de una parte de esa deuda. Los países latinoamericanos adeudaban a finales de 1983 un total de 335.000 millones de dólares (más de 50 billones de pesetas).

Con motivo de la reciente XXV Asamblea del Banco Interamericano de Desarrollo, celebrada en Punta del Este durante los pasados días 26 y 27 de marzo, se celebró, a convocatoria del presidente de la institución, Ortiz Mena, una mesa redonda sobre deuda. exterior latinoamericana, en la que participaron, a título personal, los gobernadores de los países miembros del banco. En mi condición de gobernador suplente (el titular es el ministro de Economía y Hacienda), tomé parte en la interesante reunión y pude exponer mis particulares puntos de vista sobre este asunto.Conviene señalar, primero, que el tema es de indudable interés para nuestra economía. Del total de deuda externa latinoamericana, estimada a fin de 1983 en una cifra del orden de 335.000 millones de dólares, aproximadamente un 3% corresponde a acreedores españoles, en su gran mayoría, a la banca comercial.

Corresponsabilidad y factores internos

El porcentaje es, sin duda, bajo dentro de la masa total de deuda de la región latinoamericana, y sitúa en su justo término nuestro papel a jugar en este problema: sin duda, modesto en términos cuantitativos, aunque puede ser de más importancia en términos que podemos denominar cualitativos, ya sea por factores profundos que abarcan los lazos históricos, culturales, idiomáticos, etcétera, hasta factores más coyunturales, como es la influencia del Gobierno socialista y de su presidente en muchos de esos países.

Diversos análisis del problema y la reciente Declaración de Quito de la Conferencia Económica Latinoamericana (13 de enero de 1984) han puesto de relieve la necesidad de corresponsabilidad en los esfuerzos entre los Gobiernos de los países deudores y acreedores, la banca privada y las organizaciones financieras multilaterales.

Esta es una idea que parece empezar a abrirse paso y en la que debe insistirse. Los países deudores deben aplicar políticas económicas coherentes que busquen restablecer los equilibrios de sus economías, lo que, sin duda, comportará sacrificios, que, y esto se olvida muchas veces, deben estar equitativamente repartidos. No es posible que las durísimas políticas de ajuste recaigan sobre los de siempre, dejando islotes de riqueza insultantes y de desenfrenada especulación financiera. Sólo Gobiernos democráticos, con respeto a los derechos humanos, estarán legitimados para este tipo de políticas.

Factores internos

Además, como segundo elemento interno, los mecanismos de, cooperación latinoamericana, especialmente en el terreno comercial y financiero, deben ser reformulados para que sean mucho más operativos que hasta ahora.

El tratamiento integral de la crisis requiere, por lo menos, cuatro factores externos, dentro de los dos campos clave, como son los del comercio y la financiación internacional.

El primero de ellos es la recuperación de las economías más industrializadas, y que esa recuperación -y este es el aspecto fundamental- se transmita al comercio mundial, lo que exige un alto enérgico al proteccionismo creciente y un desmontaje progresivo de todos los esquemas proteccionistas que han florecido en los últimos años. Aquí, la responsabilidad de los grandes países y bloques comerciales -concretamente EE UU, CEE y Japón- es la mayor, y es precisamente ahí donde es mayor la tendencia proteccionista.

No cabe pensar en que todo el ajuste de los países deudores recaiga, como hasta ahora, de acuerdo a las recetas del FMI, en sus importaciones, por los efectos depresivos que estas políticas han desencadenado en todo el sistema económico mundial y por el daño económico y social que esa brusquísima caída de importaciones está haciendo en los países deudores. El comercio internacional debe ser otra vez, como lo fue hasta 1974, el motor del crecimiento de la economía mundial.

En el terreno de la financiación internacional, tres factores resultan imprescindibles. Los resumimos a continuación.

Por una parte, reprogramaciones de deudas acordes con las posibilidades de los deudores, en lo que se refiere tipos de interés, spreads, comisiones y plazos de amortización y carencia. Así como en el terreno comercial la responsabilidad es de los Gobiernos, en este campo financiero lo es del sistema bancario, que debe comprender, y así lo están haciendo saber voces autorizadas como la del propio presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, que sólo condiciones más soportables para los deudores pueden posibilitar el cumplimiento de sus obligaciones. La banca debe asumir su responsabilidad y su parte de coste, no pretendiendo pasar sus deudas al Estado, como han señalado en nuestro país pretendidos planes de solución de este problema de la deuda latinoamericana.

Segundo elemento, financiación nueva, adicional, también suficiente, tanto cuantitativa (monto total) como cualitativamente (condiciones de la misma). Aunque parezca paradójico, sólo con nueva deuda -adecuadamente utilizada por los deudores- se puede ir saliendo del problema. Condición que tampoco se ha cumplido el año pasado.

Tercer elemento, financiación multilateral para el desarrollo, lo que exige el robustecimiento de los recursos y la mejora de las políticas de las organizaciones financieras multilaterales.

Y, como cuarto elemento, la necesidad de inversiones extranjeras en estos países, inversiones adecuadamente canalizadas a sectores productores y/o ahorradores de divisas.

Problema complejo, lento y con costes

Hasta el momento, prácticamente ninguno de los seis factores anteriores se ha aplicado íntegramente. El resultado es que lo hecho hasta ahora, aunque valioso, es insuficiente, puesto que simplemente se ha comprado tiempo, sin ir al fondo del problema, que sigue estando ahí y que amenaza a todo el sistema económico mundial. No basta, aunque es muy importante, con la recuperación de la economía mundial. Hacen falta otras medidas.

El problema es, din duda, complejo (requiere de muchas y variadas voluntades, ya que no es de índole estrictamente financiera, sino algo mucho más amplio), lento (en economía no hay tiempos rápidos) y con costes (el problema es cómo repartirlos). Pero es, al mismo tiempo, urgente, y exige para su solución la interdependencia de la economía mundial. Lo que pase en América Latina nos afecta a todos.

es secretario de Estado de Comercio.

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