Siete tripulantes, desaparecidos en el naufragio de un pesquero a 60 millas de Gran Canaria
El pesquero Mahanova I, de bandera mauritana y perteneciente a la empresa española Pescanova, se hundió en la madrugada del lunes al martes pasados en las aguas situadas a unas 60 millas al sur de la isla de Gran Canaria, cuando se disponía a dirigirse al puerto de Nuadibuh (Mauritania), con el fin de realizar un marea -jornada de pesca-. Nueve de sus 16 tripulantes, entre los que figuraban gallegos, canarios y un marroquí, pudieron salvar su vida. Los siete restantes no han podido ser localizados en el mar.
En la zona del suceso realizan intensas labores de rastreo, desde primeras horas de la tarde de anteayer, el buque-hospital Esperanza del Mar, un helicóptero del Servicio Aéreo de Rescate (SAR) y los pesqueros que faenan en la zona.Los supervivientes son Luis Rodríguez (patrón de costa), Ramón Izquierdo (contramaestre), Hossain Ahmed (segundo mecánico), Salvador Acosta (engrasador), Antonio Ricón (cocinero) y los marineros Manuel Castro, Pedro Martín, José Sánchez y Sebastián Reyes.
Recién reparado
Los siete desaparecidos -Ramón Baamonte (patrón de pesca), José Tomé (primer mecánico), Francisco Lago (contramaestre) y los marineros José Goyanes, Antonio Santana, Francisco Montelongo y José Romero- debieron perderse en el mar, sin que aún haya sido posible rescatarlos. No obstante, un helicóptero del SAR detectó, horas después del suceso, tres cuerpos sin vida, a la deriva, en la zona del siniestro. La situación de mar gruesa reinante en dicho lugar impidió rescatar a los tres pescadores muertos, por lo que se desconoce su identidad.El naufragio se produjo alrededor de las cinco de la madrugada del lunes al martes pasados. El Mahanova I había pártido, nueve horas antes, con tripulación nueva, del Puerto de la Luz, su base habitual, donde había sido reparado por espacio de un mes. Según los nueve supervivientes, que arribaron en la noche del martes al puerto de Las Palmas a bordo del portacontenedores zaireño Kananga y del petrolero inglés Tectus, un golpe de mar sorprendió a la tripulación, que dormía en ese momento, y el barco realizó un caracolillo para, en cuestión de cinco minutos, hundirse de popa.
"Lo primero que hice fue correr a los camarotes y despertar a mis compañeros gritándoles desesperadamente que nos hundíamos", señaló el contramaestre Ramón Izquierdo, el último en abandonar el barco. Sólo le dio tiempo de lanzar al agua una balsa y un bote salvavidas, que abrieron en el mar. Ni siquiera fue posible llevarse consigo las bengalas de socorro. "Nos tiramos del barco sin pensarlo dos veces, algunos en calzoncillos y otros desnudos", dijo el citado pescador.
De rodillas hasta la Virgen
Habían pasado ocho horas después del accidente cuando, en medio del desánimo general y de los estragos que causaba el frío, el carguero zaireño y el petrolero inglés lograban rescatar a los supervivientes, por separado, cuyas balsas salvavidas habían perdido el contacto entre sí. "Fue la mano de Dios la que nos salvó. Recé mucho a la Virgen del Pino, hasta cuyo altar, en Las Palmas, pienso llegar de rodillas por haberme salvado la vida", declaró Izquierdo Trujillo.Seis de los náufragos, que fueron recibidos en Las Palmas por el comandante militar de Marina, han sido hospitalizados en un centro clínico de la capital grancanaria, donde se recuperan de diversas heridas leves. Nsingi Lufundisu, capitán del buque zaireño Kananga, recordaba en puerto que cuando subieron a bordo a los seis supervivientes que trasladaron hasta Las Palmas éstos se hallaban en muy mal estado. La operación de rescate, recuerda el citado marino, fue muy laboriosa -se tardó una hora en subirlos a cubierta-, debido a los vientos de fuerza 6.
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