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El presidente brasileño rechaza elecciones directas para elegir a su sucesor

El presidente brasileño, Joao Baptista Figueiredo, mantuvo el pasado sábado, en un discurso radiotelevisado con ocasión del vigésimo aniversario del golpe militar que derrocó al último presidente civil de Brasil, Joao (Jango) Goulart, su negativa a convocar elecciones para elegir a su sucesor. Anunció, sin embargo, que enviará próximamente al Congreso un proyecto de reforma constitucional estableciendo elecciones presidenciales. Este proyecto no será aplicado aún para elegir al próximo presidente.Ésa fue la única novedad de su discurso. En un futuro no precisado, según el proyecto que se enviará al Congreso, los candidatos a presidente necesitarán más del 50% de los votos populares para ser elegidos. De lo contrario, habrá nuevas elecciones entre los dos más votados en la primera ronda. Se ha insistido en que este sistema no servirá todavía para designar al sucesor de Figueiredo por la vía de elección directa, a pesar de las quejas de la oposición.

La conmemoración de esos 20 años de régimen militar pasó de manera tranquila. En los discursos de los ministros castrenses y de los comandantes de las regiones mili tares hubo elogios a la gestión del sistema que terminó, en 1964, con los gobiernos civiles y democráticos del país. Algunos comandantes insistieron en el viejo tema de la "amenaza comunista" que, según ellos, siguen rondando la vida nacional. Pero muchos de los conspiradores de 1964 proclaman su desacuerdo con los rumbos tomados por el movimiento que ayudaron a surgir.

Peor que hace 20 años

Muchos analistas afirman que es imposible ignorar que el golpe de 1964, llega a su vigésimo aniversario con el país en situación franca mente peor que la de 20 años atrásEn realidad, el golpe se produjo tomando como base acusaciones de corrupción, mala gestión pública, anarquía, fracaso del poder civil, entre otras denuncias menores. Hoy día, sin embargo, se critica que la herencia que dejarán algún día los militares es algo muy parecido, aunque en proporciones muchísimo más graves: corrupción, fracaso económico, crisis social, ilegitimidad en todos los frentes. Muchos observadores afirman que la situación económica del país hace 20 años era francamente caótica La inflación había llegado a la marca del 75% en 1963, para saltar al 90,5% en 1964. La deuda externa era de 2.860 millones de dólares, el doble de las exportaciones brasileñas.

El régimen militar decidió transformar Brasil en una isla de prosperidad en un mar de recesión. Pero, por el contrario, la inflación llegó en términos oficiales, al 221% en 1983, y la deuda externa -poco más de 100.000 millones de dólares- es más de cinco veces superior a las exportaciones. El desempleo llega a niveles tan dramáticos que las cifras se confunden. Pero con toda seguridad, más del 25% de la mano de obra está cesante, y otro tanto vive del subempleo, que muchas veces no llega a garantizar siquiera niveles de subsistencia.

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