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La actitud crítica de intelectuales reunidos en Salamanca contrasta con el optimismo cultural del ministro Solana

Terminó el congreso sobre 'La cultura española ante el nuevo siglo'

ENVIADA ESPECIAL, "¿Para qué sirve un congreso como éste?", se preguntó ayer el filósofo José Ferrater Mora desde el púlpito del paraninfo de la universidad de Salamanca durante la clausura del congreso dedicado a debatir La cultura española ante el nuevo siglo, celebrado durante los tres últimos días en Salamanca. "Para nada", se respondió el filósofo. "Como mucho, para que acordemos celebrar un encuentro semejante y nos volvamos a ver todos". Por otra parte, la crítica de intelectuales presentes en el congreso a diversas actitudes de la cultura española actual contrastó con el optimismo abierto del ministro de Cultura, Javier Solana.

La conclusión -o "desconclusión", como lo prefiere llamar Ferrater Mora- recoge el estado de ánimo de la mayor parte de los 150 intelectuales españoles -se registraron 50 ausencias sobre el número total previstoque han venido a Salamanca, y que han contado con el apoyo directo del ministro de Cultura, Javier Solana, cuyo departamento ha invertido seis millones de pesetas en este encuentro.Lo cierto es que las reuniones de trabajo -cuyo tedio general sólo se ha visto interrumpido en tres ocasiones, con las entradas intempestivas de un presunto trastornado mental que al grito de "Democracia teocrática y monárquica" ha conseguido perturbar otras tantas sesiones-, que han sido cerradas, han despertado un fuerte malestar en medios universitarios, donde se consideraba que el público hubiera podido enriquecer los debates.

"Me 'huele' España"

Dentro de la perspectiva del congreso, el panorama que aquí se ha pintado, relativo a los dife rentes campos artísticos, retrata un nivel cultural español bastan te provinciano, fosilizado y mer cantilista, en opinión de Francisco Rico, responsable de, la sesión de Letras del congreso, En este área concreta, Francisco Rico habla de una situación llena de "suspiros y lamentos", y afirma que a él ya le está oliendo España. En esto de los olores se refiere concretamente al provincianismo que, según él, impregna la política cultural que se está auspiciando desde las comunidades autónomas."Vivimos un momento peligrosísimo", añade Rico, "porque al lastre heredado, lleno de pereza y pasividad creativa, hay que añadir con cierto estupor la política de conceder un sinnúmero de premios, becas y todo tipo de lazos a las iniciativas creativas más insospechadas".

Dos escritores vascos asistentes al congreso, el político de Euskadiko Ezquerra Mario Onaindía y Jon Juaristi, del mismo partido, corroboran los temores que afligen a Rico. "En nuestro país, Euskadi, ha habido un tutelaje y un apoyo descarado al cine. Por un lado, esto está muy bien, porque parece que se está creando un cine vasco, pero en otros campos, como es el literario, donde la rentabilidad política es menor, sufrimos un olvido total. Allí, en lugar de crear una editora nacional semejante a la que existe para las obras en castellano, el Partido Nacionalista Vasco prefiere subvencionar editoriales privadas, y esto perjudica mucho a los escritores que escribimos en euskera. Nadie de fuera conoce lo que se escribe en Euskadi, y hay muchas cosas malas, pero otras reúnen condiciones suficientes como para ser traducidas al castellano o a cualquier otro idioma del Estado".

Juaristi precisa que "si las autonomías del Estado se van a dedicar a dirigir la cultura de sus respectivos territorios, esto puede terminar siendo un desastre pavoroso". Al dejar la iniciativa cultural al Gobierno vasco, monopolizado por un. solo partido, el resultado es que hay una gran cantidad de iniciativas que no se promueven por estar mal vistas políticamente, y otras, que son descaradas estupideces, son ensalzadas y subvencionadas.

Cansancio moral

Tanto en los debates literarios como en los dedicados a las artes plásticas, al cine o a la música, se han enumerado los problemas específicos de cada sector, y se ha echado de menos el que se hubiera producido una interrelación de materias capaz de dar una visión global de lo que es la cultura española en este momento, tal vez porque, como dice el director de cine Manuel Gutiérrez Aragón, "es muy dificil hacer futurismo cuando se desconoce la situación actual".Los especialistas en cine han sido casi los únicos que han hablado de las consecuencias de las nuevas tecnologías en el sector en el que ellos trabajan. Sin visiones apocalípticas, tanto Gutiérrez Aragón como la mayor parte de los asistentes a los debates dedicados al cine creen que éste seguirá existiendo como forma de expresión, pero que como espectáculo ha terminado. El crítico Fernando Lara apoya esta afirmación asegurando que en Italia se pueden ver diariamente por TV centenares de películas diferentes, entre las que se emiten por las cadenas privadas y las locales. Ante esta oferta, asegura Lara, "lo que está claro es que nadie va a seguir gastando su tiempo y dinero en desplazarse a una sala convencional".

La perspectiva cultural a partir del impacto que sobre los soportes convencionales supondrá la aplicación de las nuevas tecnologías ha quedado para otro congreso, anunciado por Javier Solana, quien añadió ayer que el momento español es de total optimismo, porque asistimos al, despertar cultural de España, si bien arrastramos un enorme cansancio moral.

Dentro de este optimismo, el compositor Luis de Pablo asegura que en España se está desarrollando un momento de grandes posibilidades creativas, y añade que en Europa están pendientes de lo que ocurre en España. Reconoció que la validez de un congreso de estas características no pasa de ser una oportunidad para intercambiar ideas.

Pedro Laín Entralgo, director de la Academia de la Lengua, encargado de cerrar el congreso, enumeró las recomendaciones necesarias para conseguir que la cultura tenga categoría universal: "Creación plural, rigurosa, ambiciosa y con un sentido decidido por los propios creadores".

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