Mayor debilidad y recorte en los volúmenes de negocio
Los mercados de valores nacionales no consiguieron ayer hacer frente con excesiva soltura a la situación poco favorable que planteaba una abierta retirada de las órdenes compradoras y una mayor presencia de vendedores en los corros, que en definitiva desembocaba en una apreciable reducción del volumen negociado sobre el parqué, mientras que una nutrida representación de los más selectos valores terminaban la reunión dominados por unos claros apuntes vendedores. El índice general de la Bolsa madrileña presentó un balance genérico discretamente positivo.La responsabilidad del resultado último aparente del mercado volvió a corresponder a los sectores bancario y eléctrico. En ninguno de los dos actuó la demanda con una mínima convicción. No obstante los bancos -gracias, en muchos casos, a los múltiples mecanismos de amortiguación que las propias entidades aplican a sus respectivos cambios- consiguieron salir, aparentemente, mejor librados de la debilidad ambiental. Dentro de estas coordenadas hay que situar esas 41.443 acciones que presentaba el conjunto de las siete grandes entidades de este sector.
El Hispano era el único de ese selecto pelotón que reflejaba una pequeña diferencia a favor de los vendedores, exactamente de 4.028 títulos sin contrapartida compradora, y a la postre resultaba el único dispuesto a ceder posiciones que terminaron limitándose a un entero testimonial. En el capítulo de las mejoras, Popular y Banesto, con avances de tres enteros respectivamente, se constituían en los más claros exponentes de la optimización de las posibilidades que ofrecía una oferta aparentemente contraida. Con un saldo comprador de poco más de 5.600 títulos en el caso del primer banco y con casi 17.000 en el segundo, sus responsables no dudaron en imprimir un cierto ritmo a sus precios bursátiles.
Por su parte el sector eléctrico, aparentemente peor dotado de padrinazgos,y sometido además a la tensión vendedora derivada de la constatación del parón nuclear, según manifestaciones del titular de la cartera de Industria y Energía, Carlos Solchaga, operó a la baja desde primeras horas de la mañana. El esfuerzo más destacado de la jornada -o al menos así era calificado en diversos sectores especializados- correspondió a Unión-FENOSA, que bien arropada desde las inmediaciones de grupos afines a la propia empresa, sí hay que creer diversos testimonios que corrían por las salas de contratación, conseguía repetir su cambio precedente, ofreciendo así un claro contraste con el resto de sus compañeras de grupo. No obstante, esta actuación de Unión-FENOSA podría enmarcarse dentro de un planteamiento estratégico de la propia compañía cuyo último objetivo sería no quedarse descolgada ante el tirón que han protagonizado las otras dos grandes empresas eléctricas, Hidrola e Iberduero. Por cierto que sobre la primera de las dos existe una notable expectación ante la inminencia del inicio de su ampliación de capital, para la que cuenta con un margen estrechísimo de precio con que dotar de algún valor a sus derechos de suscripción. Las impresiones en este sentido no eran excesivamente favorables, e incluso en algunos círculos se señalaba a Hidrola como una de las perdedoras en la batalla nuclear al haber resultado Valdecaballeros una de las centrales paralizadas por la decisión de la Administración.
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