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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Corporativismo médico

EL PASADO 24 de febrero, tres médicos, cuya conducta mostraba los síntomas inequívocos del estado de embriaguez, protagonizaron un escándalo en el Hospital General de Asturias. Mientras dos miembros entraban en la habitación de una paciente, el tercero entretenía a la ayudante técnica sanitaria de guardia en el control de enfermeras. La internada fue sometida a una exploración calificada de "totalmente anormal" en el expediente que se instruyó para esclarecer el incidente. La gerencia del hospital, junto con la Consejería de Sanidad de la Junta del Principado, expulsó a los facultativos por "abuso de confianza y falta de ética profesional". La decisión, sin embargo, ha sido rechazada por una asamblea de médicos del citado hospital.La idea de que el estricto respeto a la deontología médica es consustancial con la defensa de los principios básicos que la fundamentan lleva el camino de hacerse añicos con el incidente del Hospital General de Asturias. Aunque las primeras declaraciones de la paciente y de la enfermera y los informes de las diferentes comisiones de investigación han considerado "graves" los hechos ocurridos, las presiones corporativas han tratado de restar importancia al bochornoso asunto. Un buen ejemplo es la ambigua actitud adoptada por el director médico del hospital: de un lado, en tanto que miembro de la comisión deontológica, avala las informaciones sobre el desarrollo del incidente, y de otro, solicita del consejero de Sanidad clemencia para los sancionados.

El escándalo parece inconcebible en nuestros hospitales. Pero todavía mas incomprensible es el intento de absolución de responsabilidades propiciado por un sector de la profesión médica. Si a ese sórdido acto de machismo se le concede, por una mal entendida solidaridad corporativa, alguna forma de auxilio, sea mediante la alteración de la veraz narración de los hechos, sea a través de la suavización de la sanción correspondiente, será la propia profesión médica, en el grado en que se movilice, la que arroje sobre sí el deshonor de este incidente. En estos casos, los principios deontólogicos, a los que pocas profesiones han otorgado tanto énfasis como la médica, marcan una nítida línea divisoria entre quienes merecen ese título y quienes se hacen indignos de recibir, por la naturaleza de su función, la entrega y confianza de los pacientes.

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