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Entrevista:

Turgut Ozal: "EI pueblo turco quiere la democracia"

Antonio Caño

Los comicios municipales que el próximo domingo se celebran en Turquía van a servir para algo más que para la simple elección de alcaldes. Serán la criba que designe las fuerzas políticas que tendrán futuro en este país, de alrededor de 45 millones de habitantes, situado en una posición estratégica entre Europa y Asia, fronterizo con la Unión Soviética, Irán, Irak, Siria, Grecia y Bulgaria. El Partido de la Madre Patria (PMP), del primer ministro Turgut Ozal, no se enfrentará solo ahora a los partidos con representación parlamentaria: el Partido de la Democracia Nacionalista, respaldado por las Fuerzas Armadas, y el Partido Populista, ambos surgidos de la nada en un sistema ideado a su gusto por los militares que tomaron el poder el 12 de septiembre de 1980. El PMP tiene ahora enfrente tres nuevos partidos, dos de los cuales son rivales de mucho peso: el Partido Socialdemócrata (SODEP), claro representante de una corriente de centro izquierda, que durante años había dirigido Bulent Ecevit, y el Partido de la Vía Recta, en la línea del histórico Partido de la Justicia, cuyo líder histórico, Suleiman Demirel, representaba a la derecha turca. Las encuestas conceden un 34% al PMP, un 26% al SODEP y un 11% al Partido de la Vía Recta. Por detrás, el Partido Populista, y al borde de la extinción, el partido inventado por los militares.

Turgut Ozal, el hombre que, en noviembre de 1983, se convirtió en primer ministro de Turquía con un programa que puso en énfasis en la recuperación económica, afronta los comicios municipales del domingo desde la fuerza (ahora desafiada por la presentación de nuevos partidos) de su mayoría absoluta en el Parlamento y su convicción de que el pueblo turco, tras el paréntesis militar que siguió al golpe de 1980, quiere la democracia, una democracia que, en su actual forma, todavía encuentra dificultades para ser homologada.Pregunta. ¿Cuál es el interés especíal de las elecciones del próximo domingo?

Respuesta. Teníamos tres partidos para votar en las elecciones generales. Ahora han sido autorizados otros tres partidos, y lo hemos hecho nosotros. Hemos cambiado la ley electoral para permitir la participación de estos tres partidos. Si no lo hubiésemos hecho, hubiésemos ganado de nuevo fácilmente, pero la cambiamos porque queremos saber si el pueblo opta por algún otro partido distinto, y es el pueblo el que tiene que decirlo, no nosotros.

P. ¿Con qué posibilidades de victoria cuenta su partido?

R. Nosotros nos hemos convertido en un partido importante. ¿Por qué? Los tres partidos que están fuera del Parlamento y que se presentan en estas elecciones son básicamente los seguidores de las viejas ideas. Uno es seguidor del Partido de la Justicia; otro, el de Inonu, es seguidor del viejo Partido Republicano del Pueblo, y el otro creo que es seguidor del partido de Erbakan (Necmetin Erbakan, líder del disuelto Partido de Salvación Nacional, de extrema derecha islámica). Nosotros somos el único partido nuevo. Por esto, incluso aunque alguno pudiese obtener un buen resultado, morirán los tres. Igual ocurre con los otros dos partidos que están en el parlamento. Excepto nosotros, todos los demás están en peligro. Y esto es lo que estas elecciones van a decidir: quién va a sobrevivir y quién no.

P. Pero el hecho de que los partidos extraparlamentarios tuvieran un porcentaje superior al de, al menos, dos partidos parlamentarios, ¿no exigiría la convocatoria de elecciones generales anticipadas?

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R. No. Déjeme explicarle esto. ¿Qué porcentaje tiene el partido socialista en España? ¿Un 29%? En cualquier caso, tiene la mayoría en el parlamento. Yo tengo un 45% de los votos. Estas elecciones son para elegir alcaldes, el resto de integrantes en los consejos municipales, y yo le digo: el Partido de la Madre Patria conseguirá un mínimo del 60% de estos cargos. ¿Qué elecciones anticipadas hacen falta si obtenemos este 60%?

P. ¿Con qué balance de gobierno se presenta su partido a estas elecciones?

R. Llevamos sólo tres meses en el Gobierno, estamos poniendo en marcha un programa muy denso. Por ahora estamos intentando, básicamente, levantar la estructura legal. Hemos enviado 23 leyes al parlamento sobre problemas de la vivienda, de desempleo, de burocracia, de desarrollo. Estamos fortaleciendo la clase media.

P. ¿Qué pretende usted cambiar en este país?

R. Turquía va a tener una economía abierta, integrada en la economía desarrollada. No debe ser un país cerrado, ni desde el punto de vista económico ni desde el punto de vista político. Esto quiere decir que nos vamos a integrar en el conjunto de países más importantes e industrializados. En mi opinión, Turquía se convertirá en uno de los países industrializados de Europa, y lo hará rápidamente.

P. ¿Ha vuelto definitivamente la democracia a Turquía?

R. Creo que la democracia ha sido recuperada. La democracia no es igual en todos los países. Cada país tiene unas condiciones sociales distintas y por tanto cada democracia es distinta. Hay puntos básicos. Elecciones, por ejemplo. El pueblo tiene derecho a elegir a los gobernantes de su país. Y esto, elecciones y partidos políticos, tiene que ser igual en un país que en otro, pero otras cosas pueden ser distintas. Y por esto digo que la democracia ha vuelto a Turquía y estoy seguro de que crecerá, se hará más fuerte, porque el pueblo turco quiere la democracia.

P. ¿Qué papel tiene asignado el Ejército en esta democracia?

R. Ninguno. El Ejército no tiene ningún papel. En absoluto.

P. ¿Cuándo será levantada la ley marcial?

R. Depende de la evolución de las condiciones de seguridad en el país. Ya ha sido levantada en algunas provincias, pero no puedo decirle una fecha en que será levantada completamente. Quizá un año, tal vez más.

P. Varios Gobiernos europeos han criticado las elecciones generales del pasado noviembre porque, según ellos, no reunían todos los requisitos que exige un sistema democrático.

R. No es verdad. No es verdad. Yo no era el preferido y el pueblo votó por mí.

P. Recientemente han surgido denuncias sobre las malas condiciones de los presos en las cárceles de su país. ¿Qué tiene usted que decir al respecto?

R. La mayor parte de esto, en nuestra opinión, está organizado por los mismos grupos extremistas de dentro y fuera de Turquía. Ellos dicen que tal cosa ha pasado en una prisión, nosotros lo investigamos y comprobamos que no es cierto. Todo está organizado. Sin embargo, hemos formado un equipo para estudiar la situación en las prisiones.

P. ¿Cómo son las relaciones con Grecia tras el último incidente en el Egeo?

R. No hubo ningún incidente. Todo fue un error griego.

P. Pero ¿cómo están las relaciones?

R. Nosotros quisiéramos mejorarlas, pero falta que quiera Papandreu. Yo sólo quiero decir una cosa: tengo extendida mi mano, pero no encuentro a nadie en el otro lado.

P. ¿Está en vías de solución el problema de Chipre?

R. Este es uno de los problemas más importantes del mundo, y realmente no creo que vaya a ser solucionado. Sin embargo, los dos lados, el norte turco y el sur griego, deberían juntarse para buscar una solución, para discutir y encontrar una solución.

P. ¿Cuál es la base de la política exterior de su Gobierno?

R. La base de nuestra política exterior es la paz en Turquía y en el mundo. Nos gustaría tener buenas relaciones con nuestros vecinos y mejorar nuestras relaciones con todo el mundo, incluidos los países del bloque socialista.

P. Se ha hablado a veces de la posibilidad de que Turquía actuase como mediador en la guerra entre Irán e Irak, puesto que es uno de los pocos países que tiene buenas relaciones con los dos.

R. Esto es posible, pero no sé cuál sería el momento ideal para ello. Efectivamente, nosotros tenemos buenas relaciones con los dos, pero saber elegir el momento es muy importante y no sé si ese momento ha llegado.

P. ¿Han mejorado las relaciones con EE UU tras la retirada de los militares del poder?

R. Estados Unidos respaldaba la vuelta de Turquía a la democracia. Por tanto, ahora las relaciones serán mejores. Además, somos un buen miembro de la OTAN.

Un liberal-conservador con carisma

A. C. ENVIADO ESPECIAL Turgut Ozal es un líder conservador clásico, de esos que se definen conservadores en lo político y liberales en lo económico, y, paradójicamente, representa en Turquía las nuevas ideas. Su campaña electoral está centrada en el hecho de presidir el único partido nuevo que ya goza de una importante implantación en el país y en su prestigio como economista. El mensaje de sus mítines puede resumirse en esta frase: "Vota por mí y yo te haré rico".

Ozal, de 57 años de edad, intenta la misión de hacer popular el liberalismo económico, que suena casi revolucionario en un país con tradición nacionalista y nacionalizadora. Afirma que ha pasado ya el tiempo en que Turquía tenía que endeudarse para comprar sus productos en el extranjero.

Asegura que ahora su Gobierno atraerá el capital de fuera, se producirá aquí y se exportará posteriormente a los países del Tercer Mundo. Los campesinos de la Anatolia y la clase media de las grandes ciudades escuchan estas palabras con fe ciega. Otros temen que sea el cuento de la lechera.

Dosis de populismo

Acompaña el mensaje económico con su indudable carisma, la dosis de populismo necesaria para ganar unas elecciones en Turquía y una firme convicción religiosa, igualmente necesaria en un país con un 98% de población musulmana.

Durante la campaña para las elecciones municipales ha renunciado a los privilegios que le da su cargo de primer ministro. Viaja en clase turista en vuelos regulares y respeta el tiempo de propaganda electoral escrupulosamente repartido en la televisión. Ha puesto en marcha, eso sí, un aparato de propaganda muy superior al del resto de los partidos. Ha optado por la fórmula del autobús electoral, con el que recorre el país, acompañado de su mujer y sus dos hijos, y ha demostrado ser un político de raza, de los que, micrófono en mano, aupados a los hombros de sus guardaespaldas, son capaces de ganarse, con un discurso fácil, el entusiasmo de muchos miles de personas.

Pragmático

Pero Turgut Ozal es, ante todo, un pragmático. Supo aplicar una política de austeridad mientras fue viceprimer ministro encargado de la economía bajo el régimen militar, entre 1980 y 1982, gracias a la cual el país consiguió una especie de milagro económico. Alguna Prensa le calificó entonces como el Raymond Barre de Turquía.

También es pragmático en lo político. Consciente de que no es un hombre de la entera simpatía y confianza del presidente, general Kenan Evren, ha preferido gobernar sin chocar con las fuerzas armadas.

Ha aceptado celebrar elecciones municipales, con la inclusión de partidos que representan las ideologías clásicas del país, pero sin encarar problemas esenciales de la democracia turca, como es la vigencia de la ley marcial en casi todo el país, con lo que los militares, que son los encargados de administrarla, se reservan importantes poderes judiciales y de control sobre la Prensa.

Ozal ha renunciado también, por el momento, a afrontar la proclamación de una amnistía que permitiese la puesta en libertad de los alrededor de 20.000 presos políticos (muchos de ellos de extrema derecha y extrema izquierda) que todavía quedan en las cárceles turcas.

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