Mercè Senabre
Lectora de catalán en la universidad estatal de Moscú
Su nombre es Mercè Senabre y procede de Vilafranca del Penedés (Barcelona). Tiene 28 años y desde hace tres es la lectora de catalán de la Universidad Estatal de Moscú (Moskovski Gosudarstveni Universitet, MGU), donde un total de 20 alumnos estudia la lengua catalana, idioma con unas inciertas perspectivas de futuro, dada la precaria situación de una iniciativa gestada cuando Juan Antonio Samaranch era embajador de España en la URSS.
Los que conocen a Mercé Senabre de los tiempos en que era estudiante de Filología románica en la Universidad Central de Barcelona la llaman cariñosamente la virus. Y ella, con una carcajada, dice que no le molesta el apodo. A su alegría contagiosa se asocian algunos de los rasgos más característicos de la profesora Senabre, siempre dispuesta a tender una mano a los amigos: indestructible a los elementos, correosa al medio, y siempre inasequible al desaliento.Son éstas unas cualidades imprescindibles para vivir como lo hace: 200 rublos al mes (unas 40.000 pesetas), una habitación en el edificio central de la universidad con vista a las colinas de Lenin, un contrato de trabajo que hay que negociar cada año y un Ministerio de Asuntos Exteriores español que le regatea los viajes de ida y vuelta a casa.
Sus colegas de otros países occidentales, lectores de inglés, francés o italiano, gracias a los convenios culturales de sus respectivos países con la URSS, gozan de unas condiciones laborales que están a años luz de las de Mercè Senabre, quien además de las clases de catalán imparte también clases de castellano.
Una pionera
Claro que a ella le queda el mérito de ser una pionera. Y con la deportividad correspondiente se lo toma. Entre clase y conferencia, Mercé cruza Moscú cargada de libros y carpetas. A veces, lleva a la espalda una mochila donde va metiendo todos aquellos objetos interesantes desde el punto de vista moscovita, que va huroneando en los comercios en sus recorridos de la ciudad. De la mochila de Mercè puede brotar de todo desde naranjas, tarros de mermelada o bizcochos a un cargamento de lentejas mandadas de España y cocinadas aquí con orégano y tomillo.Cuando Mercé Senabre llegó a la capital soviética para trabajar en la universidad, se encontró con un pequeño departamento de seis estudiantes que aprendían catalán como tercera lengua bajo la dirección de la profesora Isolda Bikvava, quien comenzó a estudiar este idioma con libros que le prestaba el embajador Samaranch y la ayuda de algunos catalanes residentes en Moscú. Isolda trabaja ahora en la redacción de una gramática catalana para alumnos de lengua materna rusa. Además, hay una tercera profesora, Marina Abramova, que trabaja en una tesis sobre Tirant lo blanc y que ha traducido poemas de Miquel Martí Pol al ruso. De la veintena de alumnos, la mayoría la componen estudiantes de románicas que dominan ya el castellano o el francés. Varios de ellos preparan el doctorado.
"La falta de estabilidad del lectorado de catalán", señala Mercè Senabre, "gravita sobre la continuación de los estudios de estos filólogos, cuyas salidas profesionales están en la traducción, la enseñanza e incluso el turismo. La ciudad de Moscú dispone de un servicio de guías en catalán para quien lo solicite".
Los gastos del lectorado de catalán se dividen entre la URSS y España. La parte soviética corre a cargo del alojamiento, manutención y asistencia médica del titular del puesto y la parte española financia los pasajes de ida y vuelta entre la URSS y España, un viaje anual hasta ahora. Sin embargo, según nos explica Mercè Senabre, la parte española ha anunciado que sólo pagará un pasaje más: el de vuelta a España. De confirmarse, esta actitud puede suponer el fin del lectorado de catalán, ya que la titular, privada de alojamiento y sueldo durante las vacaciones estivales, se ve obligada a regresar a su país durante el verano.
La escasez de material didáctico y de contacto con catalanohablantes son las dificultades básicas del departamento, que posee una biblioteca surtida por la Generafitat, el Ómnium Cultural y la Asociación de Escritores en lengua catalana. En la ciudad de Moscú, repartidos entre la Biblioteca Lenin, la Biblioteca de Lenguas Extranjeras y la Biblioteca Gorki, hay un fondo de varios centenares de libros en catalán. Entre las obras traducidas al ruso están La plaça del Diamant, de Mercè Rodoreda, y una antología poética desde Maragall a la actualidad.
"En la URSS existe un gran interés por lo catalán y se escriben muchos ensayos sobre temas actuales relacionados con Cataluña", señala Mercé Senabre, quien con gran entusiasmo pone su granito de arena en la difusión de su cultura materna. El día de San Jorge, como ya hiciera anteriormente, montará una exposición de libros catalanes y proyectará varios largometrajes en catalán, si consigue que se los manden.
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