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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un general demócrata

DESPUÉS DE días de vacilaciones y noticias contradictorias, el general Líber Seregni ha sido liberado. El momento en que una dictadura tiene que poner en libertad a las figuras políticas que tiene encarceladas en virtud de condenas falsamente judiciales suele indicar que se abre un proceso político nuevo. Momentos de ese género hemos conocido en el proceso español de tránsito a la democracia. El general Seregni goza de una popularidad que desborda las fronteras uruguayas; se había convertido en un símbolo, quizás precisamente porque es un general entregado a la causa de la democracia, de las aspiraciones a vivir en un régimen de libertad que sienten los pueblos latinoamericanos que aún están dominados por dictaduras militares. Su carrera militar fue brillante; lo tienen que reconocer los propios generales responsables de su encarcelamiento durante casi 10 años. Cuando asumió la candidatura a la presidencia de la República por el Frente Amplio, se entregó de lleno a una militancia política, sin pertenencia a un partido concreto, dedicado sobre todo al agrupamiento en un solo frente de los diversos partidos y grupos de izquierda. Haber mantenido en la cárcel a una figura tan prestigiosa como la del general Seregni demuestra, mejor que otros datos, el grado de brutalidad, cerrazón y primitivismo reaccionario en el que han caído los generales que detentan el poder en Montevideo.No cabe duda de que la liberación del general Seregni ha sido un hecho político significativo, impuesto a la dictadura militar por un conjunto de presiones: la opinión democrática internacional; la nueva realidad argentina, tan cercana; y sobre todo la creciente lucha del pueblo uruguayo. Recordemos que, en 1980, el referéndum organizado por la dictadura se convirtió en su derrota; fue un caso sin precedente. La voluntad popular de reconquistar un régimen de libertades se ha ido expresando de forma cada vez más neta en manifestaciones populares, huelgas, actividades políticas y culturales diversas, pero siempre guiadas por ese afán de libertad. Lo sintomático hoy de la nueva situación no es sólo que Seregni esté fuera de la cárcel; sino que esté en su país, en su casa, hablando con sus conciudadanos. Es la condición que él mismo impuso antes de ser liberado; rechazó toda idea de emigración.

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