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Murió el escritor y crítico de arte Raúl Chávarri

El escritor y crítico de arte Raúl Chávarri, que fue premio Blasco Ibáñez de novela en 1982, murió ayer en Madrid a consecuencia de un agravamiento de la enfermedad de diabetes que padecía, según una primera apreciación de su propia familia, que hoy decidirá la fecha y hora del entierro. Chávarri, un hombre de una gran actividad en todos los campos literarios, era un vasco de 54 años que llevaba ya muchos afincado en Madrid y que había ligado toda su labor profesional a las actividades de la institución que actualmente se llama Instituto de Cooperación Iberoamericana.Raúl Chávarri, que desde 1952 dirigió los cursos de periodismo del entonces Instituto de Cultura Hispánica, estudió Derecho, Económicas y Periodismo. Fue profesor en diversas ciudades hispanoamericanas y desde hace más de treinta años compaginó esa labor de hispanista con la de crítico literario y de arte. En el primer caso, es autor de más de medio millar de monografías dedicadas a las letras hispanoamericanos, y en el segundo cuentan en su haber bibliográfico cerca de treinta trabajos y numerosos artículos sobre diversos aspectos de la estética contemporánea de las artes plásticas.

Estas actividades no fueron capaces de ocultar el lado profundamente literario e imaginativo de Raúl Chávarri, que escribió cinco obras de teatro, más de media docena de novelas, que en su mayoría permanecen inéditas, y numerosos relatos cortos, uno de los cuales le permitió ganar el premio Lui de relatos eróticos de la revista del mismo título.

Raúl Chávarri era un intelectual inquieto y autocrítico, que dejó su numerosas obras inéditas y que hace algo más de un año, cuando ganó el premio Blasco Ibáñez de novela, confesó que a pesar de su gran facilidad de escritura había escrito aquel libro -cuyo título, Cuerpo de América, es una vez más hijo de su vocación americana- tres veces. Sus personajes eran los que Chávarri había conocido en su larga experiencia americana y sus actitudes aquellas que al autor le interesaron más para definir su obsesión por la libertad. "Mi obsesión es la libertad", dijo en una ocasión. "Los tabúes son la muerte. No hay peor palabra que el término prohibido. Sobre mi mesa de trabajo siempre ha habido un letrero: Prohibido prohibir".

Sobre su propia literatura, Chávarri decía que la pretendía "reflexiva, en la que juega una parte importante la influencia de Marcel Proust, que es para mí un maestro de la libertad, de la existencia y del detalle narrativo". Otro de sus maestros era Camilo José Cela, y como para éste su mayor preocupación es el monólogo interior y el juego de las obsesiones.

Era un apasionado de la nueva pintura española, cuya floración calificó alguna vez de "increíble" y cuya producción siguió sin descanso.

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