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Heterodoxos y esotéricos se reúnen en San Sebastián para estudiar sus expectativas "ante el milenio"

La denuncia del falso esoterismo y la necesaria profundización en la cultura hermética desde un ángulo científico son las dos principales conclusiones a las que han llegado los ponentes de la Semana de Estudios del Pensamiento Heterodoxo, que, organizada por el Ateneo Guipuzcoano -que preside el historiador y etnógrafo Julio Caro Baroja-, finalizó el viernes en San Sebastián. Los heterodoxos se han planteado en este congreso sus expectativas "ante el milenio".

La convocatoria, que se celebra en San Sebastián por segundo año consecutivo y que en esta ocasión tenía por lema la frase Esperando el milenio, convierte a la capital donostiarra en la ciudad del Estado pionera en la promoción de la ciclología y escatología tradicionales. Estos estudios enlazan así con la tradición esotérica española, que en los años veinte del presente siglo contó con especialistas de nivel europeo. Sólo el franquismo, con la prohibición de todo signo relacionado con el esoterismo, pudo acabar con aquel movimiento, lo que supuso un parón en el estudio de las ciencias herméticas en nuestro país, como reconoce Daniel Bonet, director de la revista Cielo y Tierra, uno de los ponentes de la semana.Tanto Luis Miguel Martínez Otero como Jaime Cobreros Aguirre, principales promotores de estas jornadas, convocadas bajo el signo del milenio, coinciden en señalar la importancia de los estudios de las formas de pensamiento esotérico y hermético desde un punto de vista tradicional, en oposición a las corrientes seudoesoteristas que se manifiestan en ciertas sectas orientalistas, seductoras para un gran número de jóvenes, ávidos de valores y conocimientos tradicionales. Daniel Bonet indicaría que en este proceso las sectas son "alternativas peligrosas". En este sentido abunda Cobreros, autor del libro El camino iniciático de Santiago, quien considera que las religiones oficiales han perdido gran parte de su carga ritual y simbólica en un torpe intento de acercarse a la sociedad, cuando lo que más necesita ésta hoy en día es la vuelta a ritos y formas culturales y humanas tradicionales. La tradición se entiende en este caso por el conjunto de verdades reveladas o transmitidas de padres a hijos y que cuajan en unos modos de expresión auténtica y de convivencia entre los hombres, y de éstos con la divinidad.

Del mismo modo piensa Julio Peradejordi, principal impulsor de la publicación en castellano de la obra de René Guenon, que resaltó en sus intervenciones el papel de los profetas como despertadores de la conciencia originaria de la humanidad, indicando que la institucionalización de las religiones es el principal causante de la desvirtuación del mensaje profético, al trasladar a este mundo algo que pertenece al Más Allá. Este Más Allá, que hasta el Siglo de Oro español se conocía como el Mundo Porvenir, nos ha sido descrito con inteligencia y claridad por gentes de visión precisa, tales como Dante Alighieri, Joseph Maistre, René Guenon o Paul le Cour, a quienes el francés Jean Phaure, otro de los comunicantes de la semana, rindió homenaje en su intervención.

La proximidad del año 2000, que convierte a la actual en la segunda generación que le toca vivir el milenio, justifica, según sus organizadores, el sentido monográfico que ha tenido esta Semana del Pensamiento Heterodoxo. Partiendo del hecho de que Apocalipsis es, Revelación, como apunta Jean Phaure, los asistentes a la misma coinciden en señalar que vivimos un momento histórico trascendental, en las puertas del segundo milenio, en el que no sólo tendrá lugar un movimiento de Sol (cambio de Piscis a Acuario), un cambio de era, sino un cambio de civilización. Este cambio cualitativo es imparable, en función del sentido cíclico en que se manifiestan los tiempos históricos, aunque no ha de ser necesariamente traumático. La ciclología, como las ciencias herméticas que obedecen en su desarrollo a un proceso sintético, no debe entenderse como algo inconcebible, sino como la ciencia que estudia las creencias que a todos los pueblos o culturas les fueron dados sobre la Tierra. Sin embargo, la comercialización de cuanto atañe a la revelación profética, la proliferación del seudoesoterismo, la presentación de la religión como un producto de consumo, el progreso como valor principal de nuestra época, son signos de los tiempos que nos hablan de esa preocupación por la escatología. Estos signos nos avisan de ese cambio imparable, que para los especialistas reunidos en San Sebastián no tiene por qué ser necesariamente brusco, aunque será de orden espiritual.

Parodia de la astrología

El hermetismo, según Luis Martínez Otero, ayuda a profundizar en la críptica que encierra todo mensaje tradicional, al que se puede llegar por distintas vías, como la alquimia, el Logos, la epigrafía, la cábala o la geografía sagrada, y procura al hombre moderno un acercamiento al tiempo biológico natural, regido por las estaciones y los movimientos solares.Martínez Otero calificó a la astrología que actualmente se difunde como banal y parodia de la astrología sagrada. Tanto Bonet como Phaure entienden que ha llegado el momento en que el hombre moderno debe despertar de esa amnesia planetaria, recuperando la verdadera tradición, que le ayudará a explicar sus orígenes y el sentido de esta crisis de los tiempos, dominados por el desarrollismo. A pesar de la omnipresencia de la tecnología y el cientifismo, el hombre puede hallar esa explicación bien desde el esoterismo o desde la sociología, pero con una diferencia esencial: el esoterismo tradicional, indica Bonet, ve en el desarrollismo algo que no conduce a ninguna parte; la sociología en general dice que el signo del progreso es un paso más en el dominio tecnológico que podría damos la felicidad prometida en el principio de los tiempos.

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