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Un desequilibrado secuestra a 15 alumnos de una escuela de Roma tras matar al portero

Juan Arias

Maurizio Nobili, un parado de 32 años, hijo de un médico radiólogo, mantuvo secuestrados durante seis horas a 15 alumnos de la escuela media Ignazio Silone, situada en el barrio Montesacro, al norte de Roma, bajo la amenaza de un fusil de caza. Previamente, el secuestrador mató de varios disparos al portero de¡ centro, Ernesto Chiovini, de 48 años, que le impedía la entrada. El drama concluyó con la intervención del alcalde de Roma, el comunista Ugo Vetere, que consiguió reducir a Nobili, tras una larga negociación.Maurizio Nobili entró en la escuela a las nueve de la mañana e inmediatamente se enfrentó al portero, con el que mantuvo una breve discusión. El intruso disparó su fusil contra Ernesto Chiovini, que falleció mientras era trasladado a un hospital. Una vez dentro del edificio, que alberga a 400 estudiantes de ambos sexos, Nobili se apoderó de 15 alumnos, de edades comprendidas entre los 12 y los 14 años, de la primera clase que encontró. El secuestrador se parapetó tras el grupo instalándose en una de las aulas de la primera planta para defenderse de la policía que acordonó la zona poco después de conocerse el suceso.

En un principio los profesores y alumnos del centro pensaron que el asesino del portero era un terrorista. Presos del pánico, estudiantes y maestros se abalanzaron hacia las salidas de la escuela. Algunos de los ocupantes de los pisos superiores optaron por tirarse por las ventanas, hasta la llegada de los bomberos, que consiguieron poner orden en la evacuación.

Nobili, entre tanto, enviaba continuos mensajes amenazando con matar a los niños si no le daban un trabajo y si no se presentaba allí el presidente de la República, Sandro Pertini.

Los primeros que consiguieron entrar en contacto con el secuestrador fueron la magistrada Margherita Gerunda y el alcalde de Roma, Ugo Vetere, quien, tras haberse ofrecido como rehén en lugar de los niños, se enfrentó con Maurizio Nobili y, ofreciéndole un paquete de cigarrillos, le dijo con autoridad: "Dame esa escopeta". Su gesto fue decisivo, porque Maurizio Nobili, probablemente con los nervios destrozados, le entregó automáticamente el arma. El alcalde tomó la escopeta con una mano y con la otra cogió por el brazo al secuestrador impidiendo en los primeros instantes que se acercara la policía.

Nobili tuvo que abandonar la escuela protegido por la policía para evitar que la gente que se agolpaba en la entrada intentara lincharle.

Quienes dieron prueba de mayor serenidad y valentía fueron los 15 alumnos secuestrados que, en ningún momento, perdieron la calma, y que contaron, al salir, la terrible historia con gran lucidez.

Maurizio Nobili, el protagonista de la historia, actuó, al parecer, bajo los efectos de una fuerte depresión, motivada por conflictos familiares. No había estado nunca en un manicomio y no se excluye que en un primer momento su único objetivo fuera realizar un gesto espectacular para llamar la atención de las autoridades. Paradójicamente, el heroísmo del portero de la escuela, que se le enfrentó con gran decisión, ha convertido al agresor en un asesino.

Nobili decidió rendirse una vez que la magistrada Gerunda le prometió que conseguiría una condena leve en el juicio que se celebre y que, por supuesto, habrá un trabajo para él cuando salga de la prisión.

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