Qué maravilla de Art Blakey
Después de muchos años de penuria, por fin le llegaron las subvenciones al club de música del San Juan Evangelista, cuyas actividades tienen ahora ayuda comercial, ministerial, municipal y autonómica. Encima, se han traído a Art Blakey, y con él han vuelto los llenos a rebosar, así que parece que se inicia una etapa de abundancia.Está bien que sea Art Blakey quien la inaugure. Blakey es uno de los asiduos del San Juan, donde ha presentado todos sus últimos grupos. Su música es lo más que se puede pedir: no testimonia nada, no quiere decir nada, y es muy divertida de escuchar.
Había además mucho interés por ver a su nueva banda. Los lectores de la revista Down Beat, en su votación anual, la han proclamado el. mejor grupo del año 1983, y los lectores de EL PAÍS recordarán la respuesta que dio Miles Davis a este periódico cuando le preguntamos qué le parecía lo mejor del jazz actual: "La banda de Art Blakey suena bien".
Art Blakey y Jazz Messengers
Concierto de jazz. Colegio mayor San Juan Evangelista. Madrid, 9 de marzo.
Esa frase de Miles, hombre poco dado a elogiar a sus colegas, vale más como juicio musical que cualquier cosa que podamos añadir nosotros. Desde nuestra perspectiva de aficionados españoles, de aficionados a distancia, diremos que el grupo de Blakey es una escuela de música, pero también de imagen. Es un placer ver desde tan cerca -cuando se llena el San Juan es inevitable que todo esté cerca- unos músicos que encarnan con toda propiedad la apariencia del jazzman clásico, tantas veces admirada en las portadas de nuestros discos favoritos. Uno de ellos -que lamentablemente no era el saxo tenor sino el alto- hasta se daba un aire a John Coltrane. El único que al principio no acababa de encajar en el esquema era el trompeta Terrence Blanchard, con su aspecto de repelente niño Vicente: pero en cuanto se ponía a tocar disipaba todas las dudas.
Humor y evocación
El pianista, Mulgrew Miller parece el más experimentado, y trata agradablemente las canciones populares. En fin, todos cumplen como dijo Miles, y como se espera de una formación de los Messengers; pero también hacen las cosas a su modo, y se las toman con bastante humor: en el clásico tema de despedida cuelan una evocación de Nueva Orleans, y no tienen reparo en poner a los espíritus de Johnny Hodges y Thelonicius Monk a desfilar a los sones de Blues march.
El mejor de todos es Art Blakey. Con 46 años de carrera, hay que ver cómo disfruta dándole a los tambores. Como es el jefe, hace solos, y larga unas parrafadas tremendas en donde habla del mar y de los peces y de la música de los planetas. Pero cuando mejor se lo pasa es cuando se queda en el fondo y hace ritmo para que se luzcan sus chicos. Entonces pone los ojos en blanco, se le ensancha la sonrisa y empieza a hacer bromas y a descargar golpes y redobles; y cada golpe y cada redoble es su manera de decirles a los Messengers que lo que hacen está bien. Qué maravilla de viejo.
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