Los presos de Herrera se autolesionaron, según insinúan los funcionarios juzgados por torturas
Los funcionarios de la cárcel de Herrera de la Mancha, cuyo juicio por torturas se inició ayer en la Audiencia Provincial de Ciudad Real, abarrotada de público, insinuaron en el curso de la vista que las lesiones que presentaban algunos reclusos se las habían producido ellos mismos. La vista de la causa continuará hoy.
Los juzgados dijeron que sólo en dos ocasiones, y ante los incidentes provocados por los presos en las conducciones, tuvieron que emplear "la mínima coacción necesaria" que consistió en dos bofetadas y algún puntapié. Los procesados manifestaron, a preguntas del fiscal y de la acusación, que no se explican por qué otros funcionarios, compañeros suyos, declararon que les habían visto golpear y vejar a los presos sin motivo.Figuran como procesados el que fuera director de la prision cuando ocurrieron los hechos, Santiago Martínez Motos, que será el último acusado en declarar; los jefes de servicios José Antonio Barroso y Manuel Arcila. y los funcionarios José Luis Malagón, Eutiquio Gil, Francisco José Campos, Salustiano Cartón, Vicente Fernández, José María Pozas; Ángel Luis Moreno, Jesús Pérez y Francisco Javier Seco. El fiscal solicita para cada uno de ellos cuatro años de suspensión de empleo por un delito de imponer privaciones indebidas o usar rigor innecesario con los presos. Los apusadores piden penas de un año y medio a 15 años de cárcel por torturas, mientras que la defensa solicita la absolución de los procesados.
Los acusados negaron cualquier tipo de malos tratos a presos, e incluso Francisco Campos declaró que no había oído nunca que en Herrera de la Mancha hubiera ocurrido algo.
El jefe de Servicios Manuel Arcila negó que hubiera golpeado al preso Dionisio Chinchurreta, a pesar de que un parte médico indica que este interno sufrió un grave, edema traumático y de que otro funcionario afirmó en su declaración que le vió pegar al preso con una porra. Arcila afirmó que "a menudo llegan presos cortados, con lesiones que se producen ellos mismos". Al ponerle de manifiesto que, según el forense, el origen de las lesiones de Chinchorreta era traumático, insistió en que se las habría producido él mismo, aunque reconoció que no sabía como lo habría hecho, pues en la prisión de Herrera de la Mancha, las mesas, sillas y cama son fijas, empotradas en hormigón armado.
"Eran fieras"
José Antonio Barroso, también jefe de Servicio, dijo que los presos insultaban a las mujeres y funcionarios desde los ventanucos del furgón celular que tes traía. "Eran fieras, de verdad", dijo. "Eran unos 10, y no querían salir del furgón, por lo que, entre cuatro funcionarios, por la fuerza, les fuimos entrando en el módulo de la prisión".Barroso negó, sin embargo, haber golpeado a alguno de los 17 reclusos que afirman haber sido maltratados por él, a pesar de las declaraciones de otros funcionarios que han corroborado que le vieron hacerlo.
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