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Joselito, un alumno que aspira a cátedra

Plaza de Las Ventas. 4 de marzo.Novillos de Benjamín Vicente, bien presentados y con casta.

Joselito. Estocada corta baja (petición de oreja y ovación con salida al tercio). Estocada muy baja al encuentro (oreja). El Fundi. Media, rueda de peones y descabello (silencio). Dos pinchazos, media tendida y descabello (silencio). José Luis Bote. Estocada corta caída (silencio). Estocada (ovación).

Joselito es ahora mismo el alumno más aventajado de la Escuela de Tauromaquia. Hace un año parecía que el número uno de la promoción sería José Luis Bote, pero este torero -buen torero, por cierto- atraviesa lo que quizá pudiera ser crisis de impaciencia. Joselito torea muy bien, y además participa en toda la lidia, la de sus toros y la de sus compañeros, con un entusiasmo, unos conocimiento y una eficacia de tal naturaleza, que se le ha. quedado pequeña la actividad colegial y a lo que aspira es a cátedra.

Sobre chiquillos, como los que ayer torearon en Las Ventas, es absurdo hacer previsiones de futuro, y por tanto nadie podría determinar ahora si van a llegar a figuras, o no. Pero lo que sí tiene valor sustantivo es el camino que cada uno de ellos ha emprendido. Joselito lo ha hecho por el del toreo total, y si completa la andadura, es de razón que alcance la categoría de maestro.

Por sólo dos capotazos se podría calificar la capacidad técnica de este torero. Por sólo aquellos dos capotazos con que, recibió a su primer novillo, corretón y violento, al que cargó la suerte en el momento justo, hizo eje sobre la rodilla, echó abajo el engaño, y la res veloz y despendolada frenó en seco su carrera metiendo la cara en la arena.

La embestida ya era suya. Joselito llevaba toda la lidia, con recursos de diestro enterado, atento a las querencias y a los pies del novillo. Dibujaba chicuelinas, medias verónicas belmontinas, pero su aspiración final era la eficacia. Banderilleó bien, muleteó con enjundia. Muleteó, principalmente, haciendo alarde de dominio, que combinaba con un innato sentido del temple y de la ligazón de las suertes.

Toda la faena tuvo unidad, tanto en los terrenos -le bastaron unos pocos metros de ruedo para realizarla entera- como en la estructura del muleteo, y cuando ligaba las suertes fundamentales, estas con los pases de pecho, el público tomaba conciencia de que asistía a la creación de un toreo de alta escuela, distinto a lo que habitualmente se ve en esta y las demás plazas.

El cuarto lo brindó Joselito al claustro de profesores de la Escuela, que salió corporativamente a la arena, emocionado y aterido de frío (como todo el mundo) para recibir el homenaje. Como el novillo era de condición bondadoso, Joselito se recreó en los pases, y hasta hizo alarde de valor, arrimándose a los pitones.

Cuando el toro es nobletón, propende este torero, según pudimos apreciar ayer y en otras actuaciones, a hacer un toreo vertical, hierático, que seguramente no le va. Acaso sea la influencia de ese ojedismo que estuvo de moda la temporada última, y es comprensible que le haya afectado; pero pierde personalidad. Pues, temperamentalmente, técnicamente también, Joselito es torero para dar distancia, embarcar con temple, ligar; en definitiva, para ofrecer con depurada técnica y estilo propio la interpretación pura de los cánones de la tauromaquia.

Siempre a punto en los quites cuando estos son necesarios, siempre en su sitio durante la lidia, domina asimismo el manejo del capota, lo cual ya es corriente entre alumnos de la Escuela. La recuperación de numerosas suertes de capa que parecían perdidas es una de las grandes aportaciones de la Escuela de Tauromaquia de Madrid. Fundi y Bote igualmente exhibían este repertorio, a pesar de que ayer no tuvieron su tarde.

Era difícil tenerla, por otra parte. Con aquél ventarrón, que sacudía violentamente los engaños, el ruedo hecho un helado barrizal y el frío que nos amenazaba de pulmonía, era ardua tarea dominar, por lo menos encauzar, las fuertes embestidas de la novillada. Igual que sucede últimamente, El Fundi se llevaba los coscorrones, y Bote tenía problemas para encontrarles a los toros el terreno y la distancia.

Lo importante es, sin embargo, que ambos iban a por todas, se sobreponían a la adversidad, peleaban sin descanso para ganarle la pelea al toro y, finalmente, entraban a matar prácticamente encunándose. En ningún momento, pese a la dureza de la novillada, les venció el desánimo y tampoco en ningún momento torearon para la galería.

Los tres alumnos quieren ser toreros, es evidente, pretenden alcanzar la categoría de figuras por el camino de la autenticidad, y Joselito de momento va para catedrático. Muchos obstáculos y muchos sinsabores les esperan aún en esta aventura, pero la realidad es que ya han emprendido la marcha, con buen pie y mejor ánimo, y hay que celebrarlo.

Hubo una espléndida entrada, para lo que cabía esperar, con la helada que caía. En las taquillas hubo largas colas, y a la reventa oficial se le acabó el papel. Hay ganas de ver toros en Madrid, es evidente. No hay tantas ganas, en cambio, de ver los primeros tercios de la lidia con esos caballos que se caen en cuanto les sopla el toro, o se tiran. Y menos aún de verle las posaderas al Pimpi, que ayer mostró, impúdicas y voluminosas, cuando se agachaba para aupar a sus desmayados percherones.

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