La reforma de la función pública
Es necesario un cambio en la Administración. De eso no hay la más mínima duda. Pero ¿es consciente el actual Gobierno de que los máximos perjudicados en esta anunciada e iniciada reforma son, como de costumbre, los más débiles? Eso es lo grave. Basta con calcular lo que representa una subida del 6,5% para el sueldo de un auxiliar o de un administrativo: desde hace muchos años, nunca se había tenido una subida tan insignificante. Y eso que se trataba de Gobiernos de derechas, que no se caracterizaban precisamente por beneficiar a los de abajo.En cambio, y eso es lo que duele a los funcionarios más modestos, el Gobierno actúa con un cuidado exquisito en todo lo que se refiere a los cuerpos superprivilegiados (léase notarios y registradores). ¿Reforma de la función pública? Sí, pero dejando que estos señores sigan gozando del privilegio de seguir siendo funcionarios, con lo cual su seguridad está a salvo -única ventaja del pobre funcionario corriente y moliente- y disfrutando además de las ventajas de un empresario con ganancias libres, nutriéndose, eso sí, de asuntos oficiales y estando protegidos en cuanto a demarcación libre de competidores, etcétera. ¿Hay quien dé más?
Como única reforma, se procede a aumentar el número de notarías y registros en una proporción discretita... (¡El suspiro de alivio que habrán, tenido los interesados ... !) En vez de ganar tres, cuatro o seis, o muchos más millones mensuales, ganarán un 15% o un 20% menos. ¡Rudo golpe para su economía! Porque las notarías y registros que ellos consideran de tercera, en los que sólo ganan medio millón al mes, ¿qué Gobierno osará dividirlos si no se atreven con los de segunda?
¿Es un verdadero Gobierno socialista el que pacta con los de arriba, tratándoles con guante blanco, mientras castiga a los de abajo? /
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