Gemayel, acorralado militarmente por las milicias musulmanas, dispuesto a derogar el acuerdo de mayo pasado con Israel
En un último y desesperado intento por impedir el hundimiento de su régimen, el presidente libanés, Amin Gemayel, está dispuesto a ceder nuevamente ante sus adversarios y anunciar la derogación del acuerdo firmado hace nueve meses entre Líbano e Israel y apadrinado por Esta dos Unidos, según revelaron conjuntamente los principales diarios de Beirut y la Radio Nacional Libanesa.
Pero esta importante concesión que debería hacerse pública hoy, jueves, llega ya demasiado tarde en opinión de una oposición cuya creciente radicalización quedó puesta ayer de relieve por la decla ración de uno de sus principales dirigentes, el líder druso Walid Jumblat.En una conferencia de prensa celebrada ayer en Damasco, Jumblat sostuvo que cualquiera que fuera la decisión del presidente sobre el tratado, "Gemayel tiene que dimitir, porque mientras permanezca en el poder no habrá conversaciones ni diálogo, ni reconciliación" y pidió que el jefe del Estado sea "juzgado por los crímenes cometidos durante su mandato".
Al haber recibido de antemano una respuesta negativa a su propuesta de denuncia del acuerdo Beirut-Tel Aviv, algunas fuentes allegadas a la presidencia no descartaban que Gemayel renunciase a formularla, mientras otros círculos progubernamentales se mostraban convencidos de que anunciará su decisión para demostrar su buena volunitad y tratar de dividir a sus adversarios chiitas y drusos.
Una vez más, Gemayel se ha visto obligado a ceder ante las exigencias de su oposición tras una nueva y espectacular derrota de las unidades del Ejécito que aún le permanecen fieles por tan sólo 3.000 hombres de la milicia drusa del Partido Socialista Progresista (PSP), que capitanea Walid Jumblat.
Al término de 18 horas de combates a lo largo de la jornada del martes no sólo el Ejército perdió todas sus posiciones en la montaña, con la excepción de Suk el Garb, prácticamente cercada y que defiende el palacio presidencial en ruinas de Baabda, sino que por primera vez los drusos han llegado al mar al apoderarse de la localidad costera de Jalde, en cuyo término municipal se encuentra el aeropuerto de Beirut.
A pesar del carácter aparatoso de la intervención de las fuerzas armadas libanesas, con la utilización de su aviación por primera vez desde hace cinco meses, y del apoyo de la Marina norteamericana, que disparó 53 proyectiles sobre posiciones enemigas, los soldados gubernamentales apenas resistieron en la montaña la ofensiva drusa, aunque tuvieron que lamentar cerca de 40 muertos en sus filas, según un balance aún provisional.
Si la resistencia del Ejército fue débil en la sierra, en la costa, a la altura de Jalde, fue inexistente.
Los militares cristianos se marcharon hacia el Sur y se entregaron al Ejército israelí, mientras los musulmanes se unieron a los chiitas de Amal, instalados más al Norte. Siguiendo los pasos de los militares cristianos, más de 10.000 civiles de la misma confesión que temían ser ejecutados por los drusos emprendieron también, a pie o en automóvil, la huida hacia el Sur para buscar refugio en esa cuarta parte de Líbano meridional que ocupan las fuerzas armadas de Israel que, excepcionalmente, mantuvieron abierto durante toda la noche del martes al miércoles el puente sobre el río Awali para facilitar el cruce.
La enorme base de los marines del contingente norteamericano de la fuerza multinacional en torno al aeropuerto cerrado de la capital quedó así cercada al Norte y al Este por Amal, y al Sur por el PSP, y como recordaba un infante de marina, "si las cosas se po nen feas, sólo nos queda una salida: el mar Mediterráneo", donde patrulla la VI Flota de EE UU.
La progresión drusa sobre el terreno, reconocía el coronel norteamericano Edward McDonald, "ha suscitado cierta preocupación y la vigilamos de cerca, pero hasta ahora no se han registrado incidentes".
Mientras, los helicópteros pesados Sea Stallion y Sea Knight seguían transportando ininterrumpidamente material de la base hasta los barcos de la VI Flota.
Para evitar el desmoronamiento de su régimen, Gemayel inició el martes consultas con el único dirigente cristiano maronita de la oposición, el ex jefe de Estado Suleiman Frangie, al que sondeó sobre cuál sería el grado de cooperación si satisficiese su reivindicación de abrogar el tratado líbano-israelí firmado el 17 de mayo de 1983.
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