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Tribuna
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La esclerosis del Kremlin

Algunas horas después del anuncio oficial de la muerte de Yuri Andropov, la agencia Tass difundió también el parte médico sobre las causas de su muerte y confirma en todos sus detalles los diagnósticos efectuados a distancia por los expertos occidentales: el líder soviético, afectado por una enfermedad renal incurable, luchó durante meses contra la muerte, y su ausencia de la escena política no fue debida a un resfriado. La primera cuestión que salta a la vista se refiere a las razones de la obstinada campaña de desinformación conducida por el Kremlin en la que se prometía a los soviéticos la próxima reaparición de Yuri Andropov. Según la Prensa oficial, iba a presidir en los próximos días el mitin organizado en Moscú ante las elecciones del Soviet Supremo que se celebrarán el 4 de marzo próximo.Tales mentiras parecen todavía más insensatas si pensamos que en Moscú, según testimonios soviéticos, cualquier electricista instala, por poco dinero, en los aparatos de radio un botón que permite captar sin recurrir a una fatigosa búsqueda las emisoras extranjeras, que son escuchadas por millones de personas en la URSS.

Ganar tiempo

Gracias a esto, la muerte de Andropov ha servido para que un buen número de soviéticos hayan podido confirmar que sus dirigentes les tratan como niños que se creen cualquier cuento. Este descubrimiento contribuye a agravar una crisis de confianza que ya está alcanzando una amplitud sin precedentes en la sociedad soviética. A consecuencia de ella, la hegemonía del Partido Comunista de la URSS (PCUS) se está quebrantando y sus consignas productivistas o de otro estilo no encuentran prácticamente eco alguno en la base, especialmente entre los jóvenes.Los hombres del Kremlin son plenamente conscientes de ello y se puede estar seguro de que han preferido hablar de la reaparición de Andropov con el único fin de ganar tiempo, al ser incapaces de ponerse de acuerdo sobre el nombre del nuevo secretario general. Es difícil, aún hoy, adivinar quién será el sucesor duradero de Andropov. El equipo dirigente parece inclinarse, una vez más, por un hombre de transición, Constantin Chernienko, antiguo secretario de Leonid Breznev, que cuenta con 72 años. Como si el objetivo fuese retrasar todavía algo el acceso al poder de la nueva generación de cuadros, de esos quincuagenarios que se han formado tras las grandes purgas estalinistas y el mito de la segunda guerra mundial. Según testimonios soviéticos, un solo representante de este relevo, Mijail Gorbachov, antiguo ministro de Agricultura, consiguió ya en tiempos de Breznev, en 1980, abrirse camino a la edad de 49 años hasta la cumbre de la pirámide del PCUS Sería así el mejor colocado para convertirse, tarde o temprano, en el secretario general "que intente cambiar alguna cosa en la URSS".

El fundamento de esta esperanza es difícil de verificar, pero entre tanto es obligado resaltar que los 15 meses de Andropov en el poder no han mejorado ni el tablero político del PCUS, ni el estado general de la sociedad soviética.

Renovación de cuadros

Bien es cierto, sobre el papel, que hubo durante los últimos seis meses una muy significativa renovación de cuadros de un cierto nivel tanto en el aparato del partido como en el del Estado. El 22% de titulares de distintos puestos de responsabilidad -secretarios regionales, así como ministros o viceministros- fueron sustituidos, lo que representa la rotación más amplia desde los tiempos de Nikita Jruschov. Pero los expertos occidentales, basándose en los precedentes históricos, atribuían el mérito de esos cambios a Andropov y hablaban de la promoción de "sus hombres", incluso en el Politburó, mientras que hoy parece evidente que el anterior secretario general, inmovilizado en su cama del hospital, no estaba en absoluto en condiciones de dirigir esta operación.Los recién promovidos no son más jóvenes que los salientes -al contrario, su media de edad es más alta-, mientras que los dos nuevos del Politburó -Vitali Vorotnikov y Miliail Solomentsev- han contribuido probablemente (esperemos que temporalmente) al éxito del muy gris Chernienko.

Crisis de civilización

El nombre de Andropov quedará ligado, en estas condiciones, únicamente a su campaña contra la corrupción que desató durante lo primeros meses de su reinado con una cierta energía y no dudando, incluso, en destituir a algunos altos funcionarios y llevarles ante los tribunales. Su impulso moralizador se explica fácilmente cuando se sabe que desde la época brezneviana los hombres de la nomenklatura soviética disfrutan de una increíble impunidad y consideran perfectamente normal aprovechar su situación para enriquecerse. Ante este comportamiento, ciertos analistas no dudan en hablar de la mexicanización de la Unión Soviética y parece que Andropov, centrando el ataque contra el muy corrompido Ministerio del Interior -encargado de hacer respetar la ley-, intentó hacer frente a esta vergonzosa tendencia.Pero la corrupción no es más que la punta del iceberg y sus causas son mucho más profundas, ya que no es resultado únicamente de la rapacidad de una nomenklatura por encima de la ley. Para convencerse de esto, basta con leer la propia Prensa soviética, que publica mucho más que antes artículos y reportajes sobre la crisis tanto moral como material de la sociedad de la URSS. En ella se encuentran a cada paso nuevas pruebas de que la URSS reproduce en sí misma todos los fenómenos que se inscriben en lo que entre nosotros se denomina la crisis de la civilización industrial.- ausencia de motivación en la vida, caída demográfica como resultado de las dudas sobre el futuro, extensión de la marginalidad, aumento de la delincuencia juvenil, ya sea como consecuencia de la droga o del alcoholismo. Ahora bien, si es diricil luchar en nuestra sociedad contra estos graves síntomas de la crisis, la situación es todavía peor allí donde la ausencia de cualquier posibilidad de expresarse conduce a los ciudadanos a la pasividad y al escepticismo e, incluso, a actitudes cínicamente antisociales.

El tiempo, contrariamente a lo que piensan los gerontócratas del Kremlin, no solamente no juega a su favor, sino que continúa minando su edificio. El comportamiento del partido durante la enfermedad de Andropov y las opciones de sucesión demuestran, una vez más, hasta qué punto ese edificio está esclerotizado y vive rígidamente su propia vida sin tener en cuenta la evolución del país real.

En estos tiempos, los soviéticos se acomodan mucho menos que en el pasado a las decisiones del Krenilin tomadas en secreto, a puerta cerrada, incomprensibles e inexplicadas.

Para ellos, la forma de'escoger al secretario general del PCUS ya no es indiferente, en la medida en que experimentan la necesidad de saber más y de poder participar un poco en los destinos de su país. Sin embargo, el Kremlin, en lugar de innovar al menos formalmente, opta, según todos los indicios, por la más estricta y fatal continuidad en sus métodos y en su política.

¿Puede encontrarse unamejor ilustración de esta obstinación en el conservadurismo que la elección, aunque sea temporal, de Chernienko para el puesto supremo del PC de la URSS?

K. S. Karol, escritor de origen polaco, es un experto en temas de los países del bloque socialista.

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