_
_
_
_
Reportaje:

El 'caso Kiessling' pone de manifiesto las insuficiencias y fallos del contraespionaje militar en Alemania Occidental

El caso Kiessling, el general depuesto de su cargo por sus presuntas escapadas a los locales homosexuales de Colonia, y luego rehabilitado, ha puesto en evidencia una vez más los fallos e insuficiencias del servicio de contraespionaje militar (MAD) de la República Federal de Alemania.

Del MAD se ha dicho que sirvió más para hundir a los ministros de Defensa que para desenmascarar espías. Con motivo del caso Kiessling han salido a relucir las malas artes del MAD, que en las fichas de sus ordenadores tiene registrados a 50.000 ciudadanos de la RFA por sospechas de "tendencias desintegradoras del Ejército federal". En la lista figuran intelectuales de prestigio y hasta una ministra.Por las paredes de los organismos públicos de la capital federal alemana aparecen con frecuencia carteles que advierten a las secretarias contra un ligue de vacaciones en una playa del mar Negro, porque detrás del casanova local puede esconderse un pérfido agente. También advierten los carteles contra el riesgo de tirar el papel carbón de copias en la papelera, "porque no es el recipiente adecuado para cosas que contienen informaciones confidenciales. Esos materiales tienen que ser destruidos. Nuestro país confía en usted".

Además de advertir contra los espías del enemigo, el MAD se encarga de las pruebas de seguridad del más de medio millón de militares y civiles que trabajan, para el Ministerio de Defensa de la RFA. Alcoholismo, deudas, tendencias sexuales anormales y contactos familiares o amistosos con habitantes de países del otro lado del telón de acero, son motivos suficientes para que el MAD considere a un funcionario o un militar "un riesgo para la seguridad". Cada año, el MAD estudia a unas 200.000 personas. El año 1982, en 3.200 casos se encontraron riesgos para la seguridad, de los que nueve eran "por tendencias sexuales anormales". Ese mismo año, el MAD descubrió 12 casos de espionaje.

El MAD es tan viejo como el Ejército federal alemán, y su primer jefe fue el general Wessel, un discípulo de Gehlen, el legendario jefe del espionaje alemán encargado del espionaje en el Este durante el nazismo, y luego fundador de los servicios de espionaje de la República Federal de Alemania (BND).

A Wessel le sucedió Armin Eck, que aprendió el oficio con el almirante Canaris, que también trabajó en los servicios de espionaje del Tercer Reich. Unos 1.600 espías cayeron en las manos del MAD desde su creación, pero este trabajo há pasado a un segundo plano ante el volumen de los escándalos provocados, de los que el caso Kiessling es el más reciente.

Franz Josef Strauss, el actual presidente de Baviera, atribuye su caída como ministro de Defensa, en 1962, al MAD, que le advirtió sobre la traición del semanario Der Spiegel. Strauss hizo detener a los directores de la publicación y registrar la redacción, pero, a la hora de la verdad, los datos que tenía el MAD no probaron nada.

'Epidemia de chinches'

Una auténtica epidemia de chinches desencadenada por el MAD costó el puesto, en 1978, al ministro de Defensa socialdemócrata Georg Leber. Chinches son los miniespías electrónicos empleados para las escuchas ilegales. El MAD colocó ilegalmente chinches en la vivienda de la secretaria del ministro Leber, por medio de unos falsos electricistas, que vinieron a reparar el televisor.Luego se descubrieron los chinches en la sede de un grupúsculo maoísta. Todo ello sin consentimiento del ministro Leber, que cayó víctima de los manejos de su servicio secreto. Mientras el MAD se dedicaba a instalar miniespías y espiaba a la secretaria de Leber, no se enteraha de que otra secretaria del ministerio y su marido, el matrimonio Lutze, contra los que ya había denuncias por sospechas de espionaje, sacaban cajones de documentos secretos, que pasaban a sus jefes en Berlín Este.

Los Lutze cayeron gracias a otro servicio secreto, y el jefe del MAD, el general Scherer, lo mismo que el ministro Leber, perdieron el puesto.

En los últimos tiempos, los escándalos del MAD se repiten con una frecuencia excesiva para un servicio que debe trabajar discretamente en la sombra. El coronel Schroeder, encargado de los controles de seguridad del personal en la central del MAD de Colonia, perdió nada menos que tres veces el carné de conducir por exceso de alcohol.

El anterior jefe del MAD, el almirante Elmar Schmaehling, fue cesado en su cargo el pasado mes de septiembre por un problema de faldas. El almirante, 46 años, con aspecto radiante y pelo rizado, amante de las mujeres y la buena vida, inició una relación con una secretaria de 29 años. Para desgracia del almirante, la secretaria llevaba un diario, en el que dejaba constancia de sus citas con el jefe del MAD y daba cuenta de algunos detalles picantes. El diario desapareció un día y apareció en el Ministerio de Defensa en Bonn, que acordó el cese inmediato del almirante, "por motivos que residen en su esfera personal", según la nota oficial que se difufidió entonces.

Al frente del MAD quedó el general de brigada Helmut Behredt, de 59 años, que ahora está en la cuerda floja por el caso Kiessling. Un informe de Behrendt AZ-06-24-04, calificado de "secreto", escrito el 6 de diciembre de 1983, "asunto: general Dr. Kiessling Günter", exponía: "1. Un jefe de departamento en el Ministerio de Defensa manifestó, en agosto de 1983, al MAD, que el general Dr. Kiessling tiene tendencias homosexuales. 2. Las investigaciones puestas en marcha por el MAD con la policía criminal de Renania del Norte y Westfalia, en Düsseldorf, confirmaron la tendencia del Dr. Kiessling. Él fue identificado sin lugar a dudas en el escenario homosexual de Colonia".

Al final no se pudo probar la homosexualidad de Kiessling, que fue rehabilitado. Al mismo tiempo salieron a relucir las listas del MAD sobre "tendencias desintegradoras de la defensa", el concepto agrupado bajo la expresión "zersetzung", popular en los tiempos del nazismo para designar las tendencias desintegradoras y derrotistas.

Unas 50.000 personas estaban registradas en los ordenadores del MAD bajo el epígrafe "desintegración".

Entre los fichados figura el catedrático de Retórica de la Universidad de Tubinga, Walter Jens, presidente honorario del Pen-Club alemán. Jens, tras enterarse de que estaba en la lista, dijo que lo considera un honor, "algo más que la Orden del Mérito Federal", y denuncia que el concepto de "zersetzung" fue una idea clave en la época nazi.

El diputado liberal Gerhart Baum, ex ministro del Interior, declaró que no sabía nada de la existencia de esos bancos de datos: "Es un hecho increíble en un Estado de derecho".

Entre los fichados del MAD bajo el epígrafe "desintegrador" está hasta una ministra del Estado federado de Hamburgo, Helga Schuchardt, senadora de Cultura. Schuchardt, hoy senadora (ministra), era diputada liberal (FDP), el mismo partido del ministro de Exteriores" Hans-Dietrich Genscher. La diputada intervino en un acto público sobre las universidades del Ejército, y se manifestó opuesta a la formación de oficiales chilenos pinochetistas en la RFA.

Editoresde periódicos, 12.000 ancianos mayores de 80 años, y hasta niños de cuatro años, que huyeron con su familia en un bote por el mar Báltico desde la República Democrática Alemana, quedaron registrados en los ordenadores del MAD bajo el epígrafe "desintegración" de la defensa de la RFA.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_