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La magistratura De Trento se enfrenta abiertamente al presidente del Gobierno italiano, Bettino Craxi

Juan Arias

Hace unas semanas era sólo un rumor, ahora es noticia cierta: existe una guerra abierta entre el presidente del Gobierno, el socialista Bettino Craxi, y la magistratura de Trento. Concretamente, entre Craxi y el famoso juez Carlo Palermo, responsable de la investigación sobre uno de los mayores tráficos de droga, armas y divisas en este país. Ahora ha sido el mismo Craxi quien, con una carta abierta a un diario, ha revelado que ha sido él quien ha recurrido al Tribunal Supremo contra el juez Palermo porque en una serie de sumarios "se habla de posibles conexiones mías y del diputado Pillitteri con el tráfico internacional de armas y divisas", escribe Craxi. Pillitteri, además de diputado socialista, es cuñado de Bettino Craxi.Se trata, según el presidente del Gobierno, no sólo de "hipótesis inconcebibles, absurdas, ofensivas y desprovistas de todo fundamento", sino también de "actos persecutorios" contra su persona y la de su cuñado. Y de todo ello ha informado ya al ministro de Justicia.

En realidad, antes que Craxi, ya dos abogados, Bonifacio Giudiceandrea y Roberto Ruggiero, detenidos por Palermo y después puestos en libertad, habían acusado al magistrado de Trento de "falsedad ideológica y abuso de poder". Se trata de dos abogados que defendían a algunos de los procesados. Por eso Craxi dice que se suma, como ciudadano, a quienes han acusado ya de ilegalidad al magistrado de Trento.

Mientras tanto, los jueces que han empezado a interrogar a su colega Palermo mantienen el secreto más absoluto. Han dicho solamente que aún es pronto para poder decir si se acabará o no procediendo contra el magistrado de Trento.

El juez Carlo Palermo no ha querido hacer declaraciones. Se ha limitado a decir: "Para mí hablan claro los sumarios". En ellos se habla de Craxi y de su cuñado, en relación al registro de la habitación del financiero Ferdinando Mach, un personaje muy cercano al Partido Socialista supuestamente implicado en tráfico de armas. Fue, al parecer, este hombre quien, quizá para defenderse, sacó a relucir a Craxi y a su cuñado.

Todo empezó en el otoño de 1979, con el hallazgo de 150 kilos de morfina cerca de un hotel de Trento. De allí, el joven magistrado, tirando del ovillo, llegó a un colosal tráfico de droga y de armas.

Hace 15 meses había sido detenido el sirio Henry Arsan, un doble espía que resultó ser el centro de un importante tráfico de drogas y cañones. Y en la Pascua del año pasado, el golpe de escena: la detención de cinco personas, al parecer ligadas a los servicios secretos. Por último, la noticia explosiva de que podía existir, protegido por algunos políticos, un ingente tráfico ilegal de armas y divisas realizado bajo el carisma de la legalidad. Y así fueron interrogados nada menos que Flaminio Piccoli, presidente de la Democracia Cristiana; el diputado socialista y ex vicepresidente de la Cámara de Diputados Loris Fortuna, y el actual ministro de Asuntos Exteriores, Giulio Andreotti.

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