Tras los visillos de la Moncloa
El Gobierno parece atravesar un momento de crisis, en el sentido más benigno de la palabra. El Gabinete socialista está trasluciendo una imagen de cierta perplejidad, de estar asaltado de algunas dudas sobre la dirección elegida y de un cierto desencanto sobre los resultados alcanzados en algunos terrenos. (...)La economía no marcha bien, y probablemente empeore a lo largo del año, durante el cual es más seguro que aumente el paro que que disminuya la inflación. La reconversión industrial -inevitable y técnicamente correcta- no se ha situado dentro de una estrategia adecuada, y ahora mismo no se sabe bien en qué situación nos encontramos. El aborto de un acuerdo salarial marco aumenta las incertidumbres en las relaciones industriales, frustrando las esperanzas depositadas al respecto en un Gobierno del que se suponía que garantizaría mejor que cualquier otro la paz social. Este mismo desacuerdo desajusta las relaciones entre UGT y el Gabinete y corta la evolución que venía esbozándose hacia un modelo sindical más corresponsabilizado. (...)
Quizá lo peor de todo no sea el coste social de una política de ajuste al estilo de la recomendada por el Fondo Monetario Internacional, sino la falta de una comunicación fluida entre los sindicatos y algunos de los responsables de la política económica del Gobierno; para nadie es un secreto que las relaciones de UGT con Boyer y Solchaga no pueden ser más tensas.
Felipe González, respetado por todos, se está limitando a oficiar de intérprete y conciliador entre los distintos compañeros, y sólo interviene en rarísimas ocasiones, como, por ejemplo, cuando UGT planteó frontalmente la cuestión de la rescisión de contratos en la reconversión industrial. (...)
Sólo una implicación abierta del, presidente podía haber evitado la escandalosa ruptura del acuerdo interconfederal, la feroz resistencia ante la reconversión industrial o, si el Gobierno lo considera imprescindible, la adopción de medidas sobre flexibilidad del mercado de trabajo. (...)
La gente empieza a percibir la imagen de Felipe González atisbando meditabundo el horizonte tras los visillos de la Moncloa, inmovilizado bajo el peso de su responsabilidad histórica. Es de desear que no sea demasiado tarde cuando se decida a utilizar a tope su capital político (...)
30 de enero
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