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Proliferan en la Prensa de la Unión Soviética las denuncias por corrupción entre los funcionarios del Estado

Pilar Bonet

Los funcionarios Alexander Polianski y Sergei Popov aprovechaban sus cargos en la dirección de Relaciones Exteriores del Ministerio de Enseñanza Media y Superior de la URSS para ganarse un sueldo extra a costa de los científicos deseosos de salir al extranjero y temerosos de no obtener el pasaporte.El caso, contado con cierta ironía por el diario soviético Izvestia, no pasa de ser una historia menor, pero es una de las muchas que aparecen estos días en la Prensa soviética. Algunas de ellas son ya antiguas, pero el hecho de que salgan a la luz pública ahora con mayor frecuencia que en el pasado no resulta casual.

Las denuncias, que ponen el acento en la necesidad de incrementar la moralidad pública, se inscriben en la campaña contra la corrupción promovida por el máximo dirigente soviético, Yuri Andropov. Uno de los ejemplos más recientes de esta campaña lo constituye la ejecución de dos altos responsables en las actividades de comercio exterior de la URSS.

En el caso de Polianski y Popov, miembros ambos del partido comunista soviético, el lavabo y los pasillos del ministerio, e incluso la sauna, fueron el escenario de las actividades marginales que finalmente llevaron a la cárcel a los dos aprovechados, según Izvestia.

Una decena de personas, que el periódico protege con el anonimato, cayeron en la trampa de creer que ambos funcionarios resultaban imprescindibles para tramitar viajes de estudio y trabajo al extranjero. Uno de los donantes entregó a Polianski 1.000 rublos (más de 20.000 pesetas) para poder viajar a Japón y, además, tuvo que comprar una radio a Popov.

Otra víctima, deseosa de ir al Reino Unido, tuvo que pagar 640 rublos y hacer frente a la petición de un anillo de oro y zafiros para la esposa de Polianski.

Tras citar párrafos del informe fiscal del caso, Izvestia se pregunta cuál era la razón que inducía a los científicos y académicos a pagar los servicios de ambos funcionarios y a no denunciar el hecho.

El clima moral de la sección donde trabajaban Poliariski y Popov quedaba caracterizado, en opinión del periódico, por el hecho de que los regalos -un magnetófono, un tocadiscos, un reloj electrónico una cazadora de cuero, una antena para el coche o simplemente un sobre con dinero- llegaran a con vertirse en algo corriente. El estar libres de responsabilidades penales, concluye Izvestia, no les absuelve moralmente.

Pese a que la vziatka (soborno) ocupa su lugar en el intercambio de mercancías y servicios en la sociedad de la URSS, la campaña a favor de una mayor moralidad pública y contra la corrupción, una de cuyas características parece ser la mano dura, goza de simpatías por parte de importantes sectores de la población, según afirman fuentes dignas de crédito que conocen bien la realidad soviética.

El órgano oficial del Partido Comunista de la URSS, Pravda, ha reconocido por primera vez la semana pasada que la destitución de Sergei Medunov, jefe del partido en la región de Krasnodarsk y vinculado al anterior líder soviético Leónidas Breznev, se debió a un asunto de corrupción.

Medunov fue expulsado de su puesto en el verano de 1982 y del Comité Central del PCUS casi un año después. Según Pravda, incurrió en abuso de poder y "violación de las reglas de la vida del partido, la disciplina del Estado y la ley socialista".

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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