"Ninguno de los países latinoamericanos podrá pagar su deuda exterior en el presente siglo"
Guido Hanselmann, 60 años, casado, director general de la Unión de Bancos Suizos, ha estado en Madrid, invitado por el Club Siglo XXI, para presentar al conferenciante de la noche del lunes, 23 de enero,"mi buen amigo Alejandro Albert", presidente del Banco Hispano Americano. Nacido en Valencia en razón al trabajo de su padre, Guido Hanselmann es el jefe de la división internacional del banco, una de las cuatro que componen la institución.
Hanselmann es uno de los grandes expertos europeos en cuestiones relativas al sistema financiero internacional y deuda de los países del Tercer Mundo. "Preferiría decir que tengo mucha experiencia en negocios internacionales y que últimamente, por circunstancias de todos conocidas, he dedicado muchas horas de trabajo a cuestiones de refinanciación.Pregunta. Durante el otoño de 1982, en pleno estallido de la crisis internacional de pagos, existía el temor de un crack en el sistema financiero internacional. Ello no se ha producido, dando la impresión de que ese sistema ha digerido la crisis. ¿Cómo ve usted el problema ahora mismo? ¿Cuál es su análisis de la situación?
Respuesta. Diría que el momento cúspide de la crisis tuvo lugar cuando el Fondo Monetario Internacional celebró su junta anual en Toronto (Canadá), en septiembre de 1982, cuando México anuncié que no podría pagar su deuda y se sabía ya que otros países vendrían detrás. ¿Por qué aquel temor? Porque sabíamos que había una crisis, pero no conocíamos ni sus características ni sus dimensiones. Más tarde, cuando se supo la situación de Brasil, de México, de Chile, de Argentina, de Ecuador, de Perú, de Nigeria, etcétera, ya con datos en la mano, se pudo comenzar a elaborar planes para sanear estas situaciones. Yo creo que hoy la situación está bajo control. Conocemos el alcance de la crisis, las características de la deuda, las posibilidades del comercio exterior de cada país, de modo que podemos operar sobre realidades conocidas, sin navegar en la incertidumbre.
P. ¿Cree usted que México y Brasil van a repagar su deuda en este siglo?
R. Ni el Tesoro de Estados Unidos puede pensar en repagar su deuda. Lo que todos estos países deben alcanzar es una situación en la que se hagan de nuevo merecedores del crédito. En este mundo moderno no puede esperarse que ningún Gobierno ni gran empresa pague su deuda, pero sí se puede esperar que aseguren el servicio de esa deuda. Eso es lo importante. Creo que México llegará a ello en el curso del año 1985, mientras que Brasil necesitará ayuda durante un período más largo. Todo dependiendo del estado de la coyuntura económica mundial.
P. ¿Qué tipos de interés se están aplicando en las renegociaciones? ¿Se está penalizando a los países que renegocian?
R. Creo que hablar de penalizaciones es quizá demasiado fuerte. En los casos de Brasil y, México, para el primer año de créditos nuevos se les ha exigido un spread de entre 2 y 2-1/4 sobre el tipo base Libor. Ahora bien, en las últimas negociaciones México ya consiguió un diferencial de 1-1/5, lo que considero no sólo normal, sino bastante ajustado, teniendo en cuenta que son márgenes que pagan empresas de muy alta solvencia financiera. En todo caso, el problema no es el spread, sino el tipo de interés básico. Si el prime rate norteamericano sigue en el 11 % como actualmente, un margen del 1-1/2 o 1-3/4 es asunto que tiene poca importancia. Mucho más importante sería una reducción del tipo básico.
P. ¿Cuál fue el montante del servicio de la deuda latinoamericana durante 1983?
R. No tengo el dato, pero considerando que la deuda oficial a banca y agencias internacionales se estima en unos 300.000 millones de dólares, tomando una cifra entre amortización e intereses del 15% se obtienen unas obligaciones anuales de 45.000 millones de dólares.
P. ¿Qué países le preocupan especialmente ahora a Guido Anselmann?
R. Me preocupa Filipinas, por el simple hecho de que no conocemos todavía el alcance total de sus problerrías económicos, influenciados, además, y de manera negativa, por la estructura política del país.
P. Se ha hablado de soluciones como la de considerar esa deuda externa como deuda interna. ¿Qué alternativas existen a largo plazo para los países endeudados?
R. No creo que sea correcto convertir deuda externa en interna, pero sí creo que será necesario continuar la muy estrecha colaboración que se ha desarrollado entre agencias internacionales (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial), banca comercial, países deudores y acreedores. Pero en el futuro las cargas entre los prestamistas deberán distribuirse de manera un poco más equitativa. Porque ya en 1983 la banca comercial tuvo que soportar el peso más grande en las financiaciones nuevas concedidas a Brasil y México, mientras los Gobiernos de los países acreedores no hicieron el mismo esfuerzo.
P. En muchos círculos Se critica agriamente las políticas de ajuste que el Fondo Monetario internacional impone a los países afectados por la renegociación de su deuda. ¿Cuál es su opinión al respecto?
R. Cuando leo esas declaraciones no sé si pensar en mala fe o en falta de información. El Fondo Monetario no puede imponer programas económicos. Deben ser los propios países deudores, que son los que mejor pueden saber lo que es económica y políticamente posible hacer para sanear su situación, los que elaboren dichos programas. Después consultan al FMI y este organismo puntualiza si está o no de acuerdo o convendría introducir alguna variación en tal o cual punto. Pero es un error creer que el FMI puede ser el dictador económico del mundo. Eso no es cierto.
P. ¿No ha jugado la gran banca internacional demasiado alegremente en el pasado con la invasión de dólares a los países del Tercer Mundo?
R. La verdad histórica es que antes de 1974 la banca, como los Gobiernos desarrollados, teníamos menos créditos en países como México, Brasil, Corea del Sur, etcétera. Pero vino el shock petrolero de 1974 y 1975 y el famoso reciclaje de los petrodólares. En aquella época todo el mundo -Gobiernos, prensa financiera... - elogiaba a la banca internacional por su papel en el reciclaje de esos petrodólares, que algún año llegaron a alcanzar hasta los 100.000 millones, distribuyéndolos en forma más o menos buena entre empresas y países que podían necesitarlos, entre ellos muchos de Europa, España incluida. La banca internacional aseguraba este reciclaje. Ocho o nueve años después es muy fácil decir que los bancos se equivocaron, pero entonces todos los bancos centrales nos elogiaban.
P. ¿Cuál es el riesgo financiero latinoamericano de su banco?
R. No quiero dar cifras, pero le puedo decir que cuando los grandes bancos americanos tienen entre el 150% y el 185%, de sus recursos propios en créditos a los tres grandes países latinoamericanos, el coeficiente de los tres grandes bancos suizos está en tomo al 50%, de sus fondos propios.
P. Cambiando de tema. Existe una creciente presión internacional contra el secreto bancario suizo. ¿Bajará la guardia el sistema bancario de su país?
R. Lo dudo. La gente está mal informada. El secreto bancario no es una realidad exclusivamente suiza. Es una institución que conocen muchísimos países, reconocido como un derecho más, como el secreto profesional del médico, del abogado... Lo único que distingue a Suiza del resto es que en nuestra legislación está definido de forma muy clara que cualquier violación del secreto bancario será castigada por ley.
Ninguna presión conseguirá acabar con el secreto bancario suizo. Es un mal entendimiento del problema. El secreto bancario está para proteger los derechos legítimos de ciudadanos honestos. No protege al criminal. Si hay delito, el secreto bancario es levantado por orden de un juez, no por una orden burocrática. Ésa es la diferencia.
P. Parece que también protege derechos no tan legítimos de ciudadanos no tan honestos...
R. Mire, yo conozco un poco el mundo financiero y esos personajes que evaden capitales en Latinoamérica llevan su plata a California, Texas o Miami, o a Panamá y Montevideo, pero a Europa viene muy poca plata de Suramérica. También los bancos españoles aceptan cuentas de extranjeros y nadie dice nada contra eso. Y quizá son cantidades más fuertes que las depositadas en bancos suizos. No lo sé, pero me lo puedo imaginar.
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