Mucha zozobra
Aunque el inicio de esta película repite ese esquema tan vulgar de la casa abandonada que visitan unos jovencitos ingenuos, lo cierto es que inmediatamente la zozobra se apodera del espectador. Los peligros que rodean a los personajes tienen en este caso un origen demoníaco, muy perverso, que les obliga a transformarse a su vez en nuevos demonios y matar a los que no lo sean. Desde que aparece el primer espanto, no hay ya espectador que se relaje.Tiene gracia que sólo las mujeres sean víctimas de tan dudoso poder. La primera de ellas, poseída por los árboles del bosque, que cobran sorprendente vida, contagia a las demás su perfidia. Unidas, van a la sangrienta caza de los varones, que deben aniquilarlas por descuartizamiento. A destrozar sus cuerpos, pues, deben prestarse los pobres muchachos que las aman. Mal fin de semana.
Posesión infernal
Guión y dirección: Sam Raimi. Fotografía: Tim Philo. Música: Joe Loduca. Intérpretes: Bruce Campbell, Ellen Sandweiss, Betsy Baker, Hal DeIrich y Sarah York. Terror. Norteamericana, 1983. Locales de estreno: Cid Campeador y Novedades.
La inquietud se mezcla con la ironía, aunque poco tiempo hay para la risa. En la intención del cineasta Sam Raimi, norteamericano de 23 años que realiza aquí su primera película, se encuentra, evidentemente, un intento distanciado, casi caricaturesco, de humor. Pero este crítico confiesa haberse divertido poco, más inquieto por el horror de las imágenes que por su posible divertirnento.
Sin respiro
Desde que la tragedia se inicia, y no se hace esperar, Posesión infernal no deja un segundo al respiro. Los demonios se multiplican, la sangre corre, los cuerpos se destrozan, chorrean líquidos viscosos, aúllan con espanto, sobreviven troceados... Una barbaridad. Soy poco aficionado a estos malos ratos, pero el lector amante del género tiene garantizada una buena ración de ingeniosas monstruosidades.La película está realizada con pocos medios y no oculta su aire de filme familiar, probablemente rodado entre amigos. Quien sobresale es el propio director; los actores, para su desgracia, no están a la misma altura, muy especialmente el último muchacho vivo, guapo de turno, al que faltan matices y quizá algo de la risa general del filme.
De cualquier forma ello influye favorablemente a contemplar Posesión infernal con cierta simpatía, la misma que provocaba aquella otra película de terror, La matanza de Texas, de Tobe Hooper. La ausencia de medios económicos suficientes ha estimulado la imaginación de estos jóvenes directores. La carrera posterior de Hooper, con mejores productores, no tuvo ya la misma impronta. Confiemos que no sea este el caso de Sam Raimi o, que al menos, rebaje su gusto por el tremendismo y por tanta sangre y mutilaciones.
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