Crisis grave en Marruecos
Después de los motines de Túnez, las revueltas que acaban de sacudir a Marruecos no constituyen, propiamente hablando, una sorpresa en ese viejo país de tradición, donde el lujo de una pequeña casta representa un desafio permanente para una mayoría de pobres que no tienen nada que perder ni nada que ganar. (...) Los últimos desórdenes son mas graves todavía, pues han afectado al conjunto del país cuando las perspectivas de futuro no son muy brillantes. Después de una mejora, realizada a principios de la última década gracias a una buena política hidráulica, que no fue acompañada de una verdadera reforma agraria, y al alza del precio de los fosfatos, la situación no ha dejado de empeorar con los cambíos en el mercado de minerales, el aumento de la factura petrolera, la sequía, la inflación mundial, la ineficacia de la administración, la corrupción, la ausencia de planificación y, sobre todo, la guerra del Sáhara occidental, que desde 1975 sangra al país.El rey es un hábil político, pero no dudará, si lo cree necesario, en ahogar en sangre la rebelión popular para evitar que Rabat se convierta en un nuevo Teherán, en el que se hundiría la monarquía alauita. Sin embargo, su margen de maniobra tiende a reducirse, con una oposición que él ha contribuido a que pierda credibilidad y que teme tanto como el rey a un ejército de 200.000 hombres. Éste continúa siendo la única fuerza organizada del país, frente al trono, que altemativamente lo halaga y lo reprime.( ... ).
La principal analogía entre las revueltas en Túnez y Marruecos es la miseria de los desheredados y la amenaza más o menos pronunciada de los activistas islárnicos. No podrá tampoco descartarse la acciár del coronel Gadafi, aunque lo nie, gue, tanto para desestabilizar el régimen de Burguiba como para constituir en el Ejército marroquí un grupo de oficiales libres susceptibles de apoderarse del poder.
24 de enero
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