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COMUNIDAD VALENCIANA

Detenido el principal responsable de la banda que asesino a tres guardias civiles en Valencia

Tres días después de que un grupo de delincuentes asesinase a tres guardias civiles en la carretera de Burjassot a Bétera, cerca de Valencia, las fuerzas de seguridad detuvieron, en una operación conjunta, sobre las 4 horas de la madrugada de ayer a Luis Martínez Larios, hermano de Andrés, una de las personas que participó en el tiroteo y que la policía encontró muerto poco después del suceso en su domicilio de la calle Miguel Servet de Valencia.

Durante una conferencia de prensa ofrecida ayer por el gobernador civil de Valencia, Eugenio Burriel, y dirigentes de las Fuerzas de Orden Público se insistió en la ausencia de intencionalidad política de la banda, que probablemente se reducía a los dos hermanos, y en la casi absoluta seguridad de que ambos son responsables, entre otros muchos hechos delictivos perpetrados desde 1980, de los recientes asesinatos, en el curso de sendos atracos, del director de una sucursal del Banco de Valencia y de un guardia jurado del supermercado Jobac.La detención de Luis Martínez Larios se llevó a cabo en una vivienda del número 15 de la calle Bello de Valencia, concretamente en la planta tercera, puerta cinco. También fueron detenidos Vicente Muñoz Canet, propietario del piso, Clara Le Guilleu, esposa del citado, y Manuel Baena Moro, que se encontraba en el piso en el momento de la detención. La esposa de Andrés Martínez Larios, que fue detenida porque en su domicilio se hallaron armas y explosivos, fue puesta ayer a disposición judicial. En cuanto a la esposa de Luis, Amparo Duet, no está detenida y colaboró, a instancias de la Guardia Civil, en que la detención de su marido, cuyo escondite estaba localizado desde el día anterior, se produjese sin violencia.

Tanto la esposa del presunto delincuente como el jefe superior de Policía de Valencia, Carlos Gómez de Ramón, y el teniente coronel jefe de la comandancia de la Guardia Civil de Valencia, Quintiliano Pérez Monedero, acudieron a la vivienda, ubicada en el distrito marítimo de la capital valenciana, una vez rodeada ésta por policía y Guardia Civil, para convencer a Luis Martínez Larios de que se entregase sin violencia, lo que hizo, pese a que disponía de armas, como el subfusil sustraído a uno de los guardias asesinados el viernes, una pistola, revólveres y granadas de mano.

Tanto el gobernador civil como los dirigentes de las fuerzas de seguridad mostraban ayer una gran satisfacción, pues con esta detención quedan esclarecidos todos los casos de muertes violentas ocurridas en Valencia durante los últimos meses, excepto la del policía nacional abatido en el atraco a una joyería de la calle de Correos.

Pese al importante arsenal ocupado a los hermanos Martínez Larios, en el que había bastantes armas automáticas y explosivos, además de aparatos electrónicos sofisticados, como receptores de radio para escuchar las emisoras de las fuerzas de seguridad -Luis Martínez Larios estuvo siguiendo desde su escondite el cerco de la policía-, parece claro que se trataba de una muy infrecuente banda de delincuentes comunes sin implicaciones de ningún otro carácter.

Fatal coincidencia

La noche en que fueron asesinados los tres guardias civiles parece confirmado que los dos hermanos se dirigían en la furgoneta, robada al efecto, a depositar en el chalé el arsenal que habían recogido en diversos robos y atracos. Quiso la fatalidad que encontrasen el control de la Guardia Civil y eso acelerase su detención. Según se informó ayer, la policía estaba tras los pasos de esta misteriosa banda desde hacía tiempo, aunque desconocía la identidad de sus integrantes.Una vez ocurrido el enfrentamiento armado con los miembros del control, los dos hermanos regresaron a Valencia y después de abandonar la furgoneta, que se incendió en la calle del doctor Olóriz, Luis condujo a Andrés a su domicilio, donde murió desangrado debido a la herida de bala que sufría, y poco después era localizado por la policía.

Luis, que sufría una herida de bala en el costado y un rasguño en la cara, recogió en su domicilio unas pinzas, con las que pensaba extraerse él mismo la bala del costado, que tenía alojada, según pudo comprobar después.

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