La difícil exigencia de Cristóbal Halffter

El programa de Cristóbal Halffter con la Sinfónica de Radio Televisión, recibido con cierto aire de excepcionalidad, resulta normal en cualquier medio musical europeo menos conservador que el madrileño. Dos obras del compositor-director y dos clásicas del repertorio (aunque aquí no lo sean, hasta el punto de ponerse en los atriles de la orquesta por vez primera), sumaron interés por sí mismas y por la calidad con que fueron interpretadas.La Fantasía sobre una sonoridad de Händel, basada en el comienzo del concierto para órgano y orquesta, opus 7, número cuatro, que abría el programa, fue escrita por Cristóbal Halffter a instancias de la ciudad alemana occidental de Karlsruhe y estrenada en sus festivales hándelianos del mes de junio de 1981. Tras conocerse en otras ciudades de la República Federal de Alemania, Suiza, Italia y Austria, la obra llegó a España durante el último festival internacional de orquestas jóvenes celebrado en Murcia la pasada primavera.

La dirigió Richard Weninger y tocaron jovencísimos instrumentistas de cuatro países. Evoco la versión por cuanto me parece que se consiguió entonces una identificación con las intenciones de Halffter y una sutileza estilística verdaderamente admirable.

Sin tan aguda penetración, la Orquesta de Radiotelevisión Española sirvió la página con empeño y claridad suficiente. La Fantasía lució en sus méritos principales y obtuvo del público, un tanto indiferente, de los jueves, una positiva acogida.

Había que repetir algunos conceptos escritos hace menos de un año en esta sección (véase EL PAIS 3 de abril de 1983) sobre la difícil exigencia con que Cristóbal Halffter aborda lo que más que paráfrasis o variaciones e incluso más también de lo que término fantasía sugiere, no es sino el resultado de una intensa impresión sonora: el comienzo por los violonchelos del séptimo concierto de Händel, verdaderamente hermoso y anticipador. (¿Cuando nos decidimos a abandonar el viejo tópico sobre la presunta superficialidad de Händel frente a la trascendente hondura de Bach?)

Creo que, inconscientemente y desde otros supuestos estéticos, Cristóbal refleja en la Fantasía la actitud de Falla cuando en el segundo tiempo del concerto, el desarrollo antecede al tema que, al aparecer, completo y definido, cobra valor de síntesis y de cúpula. Así, tras las largas e inteligentes pesquisas sonoras, Halffter, poco antes del final de su obra, hace sonar, bellísimamente preparado, el tema hándeliano y, lo más dificil, sabe desprenderse de él para llegar a una resolución lógica y fascinante.

Inspiración en Goya

Diez años antes que la Fantasía, las Pinturas negras, para órgano y orquesta, inspiradas en Goya (tema casi recurrente en la música contemporánea), nos hablan del Cristóbal más fuerte y expresionista El instrumento solista impone su sonoridad desde la violencia y el más radical sentido dramático de lo grotesco; de modo análogo, los violonchelos determinan desde su suave sonoridad el talante, tan distinto, de la Fantasía. Hay que reseñar la perfecta actuación del organista vienés Martin Haselböck (1954), tan dominador del estilo barroco como de los diferentes estilos cotemporáneos, gracias a una alta inteligencia musical y a unas posibilidaes técnicas prácticamente ilimitadas.Cristóbal Halffter y los sinfónicos radiotelevisivos lograron quizá su mejor versión de la tarde en la Séptima sinfonía, de Sibelius, que la orquesta tocaba por vez primera: excelente página sinfónica de un gran compositor que, por su rezagado romanticismo, tuvo en vida y conserva después de su muerte una injustificada mala prensa.