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La oposición brasileña inicia la campaña para exigir la libre eleccion de presidente

El diputado Ulysses Guimaraes, presidente del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), el principal grupo de la oposición, llegó el domingo pasado a Río de Janeiro, no para disfrutar del caluroso verano carioca, sino para preparar, junto con los políticos locales una movilización masiva en todo el país, para pedir la celebración de elecciones para la presidencia de la República.

La campaña comenzó en la ciudad de Curitiba, en el estado de Paraná, el jueves de la semana pasada. La concentración de 50.000 personas fue la primera de una serie de manifestaciones, que se repetirán por todo el país los próximos meses. En todas ellas hay una consigna ("Yo quiero votar para presidente"), acompañada de una petición de elecciones con aire de exigencia popular, "Directas, ya".En Curitiba la concentración fue tranquila, con políticos de la oposición turnándose frente a los micrófonos. y repitiendo para la multitud lo que todos esperaban oír, que ha llegado la hora de devolver a los electores, es decir, al pueblo, el derecho de elegir sus propios gobernantes en todos los niveles, lo que lógicamente incluye la presidencia de la nación.

Para el Gobierno brasileño, lo que ocurrió en Curitiba fue muy molesto. En primer lugar, porque -y pese a todo el boicoteo promovido por los medios de comunicación- el acto tuvo éxito. En segundo lugar, porque este inicio de campaña llenó de ánimos a los dirigentes de la oposición, dispuestos a movilizar a tanta gente como sea necesaria para forzar un cambio en la Constitución creada por los militares y permitir que los electores puedan elegir en 1985 al sucesor del general Joâo Figueiredo.

El 25 de enero la concentración se repetirá en Sâo Paulo, principal ciudad brasileña. Los organizadores prometen reunir "centenares de miles de manifestantes".

En la cúpula del poder militar toda esa movilización se ve con evidente malestar. La semana pasada, el ministro del Ejército, general Walter Pires, se reunió con el presidente Figueiredo para sugerirle que hiciese un nuevo llamamiento a la oposición, enfatizando de manera más directa lo que había dicho en su discurso de fin de año a los brasileños. En aquella, ocasión, el general Figueiredo dijo que no veía motivos para reformar la Constitución, que las elecciones se darían por la "vía indirecta", creada por el régimen militar.

En este principio de año, Gobierno y oposición se enfrentan en un juego especialmente duro. El régimen militar implantado hace 20 años inventó un mecanismo constitucional que reserva a 686 personas -los integrantes del colegio electoral- el derecho de elegir al presidente de la República. El mecanismo del colegio electoral tiene su legitimidad puesta en tela de juicio, porque su formación trae un mal de raíz: fue creado justamente para asegurar la supervivencia del régimen. En el otro lado de la puerta están más de 50 millones de electores. El régimen sabe que en las urnas el voto directo y secreto de los brasileños jamás daría a un candidato del sistema el derecho de gobernar el país. Las encuestas indican que el 93% de la población brasileña quiere el retorno de las elecciones directas, secretas y democráticas Además, los sondeos dan al gobernador de Río de Janeiro, Leonel Brizola, creador del socialismo moreno (una receta local para la socialdemocracia), como favorito en las elecciones directas.

Llegado a Brasil en 1979, después; de 15 años de exilio, el doctor Brizola todavía es un nombre a quien el régimen ve con inmensa desconfianza. Además, lo que está ocurriendo en la vecina Argentina, con los militares llevados a los tribunales, endureció todavía más el sector duro del régimen brasileño.

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