¿Qué hacer contra la tortura?

Con este titular escribía Víctor Manuel Arbeloa, el 29 de diciembre de 1983, que es preciso declarar a la tortura "crimen de derecho internacional", y todavía agregaba cosas más serias y comprometedoras para él, como ésta de que "ningún torturador puede ocupar un puesto público ni siquiera cumplir una función de orden superior. Ninguno de ellos debe quedar sin castigo ejemplar".Lo que yo me pregunto es qué pretende el señor Arbeloa con ese señor artículo de tribuna libre. ¿Lavar su cara?, ¿aparecer como el gran defensor de los derechos del hombre?, ¿deslumbrar con la. participación en el Consejo de Europa sobre la tortura?

Declaraciones de tan alta tribuna, más alta que los antiguos púlpitos, ya no engañan a nadie. Por encima de las nubes, como es ese artículo de lujo, no se tortura a nadie. Pero por debajo de nubes tan cercanas a él como a mí, sí se sigue torturando.

El señor Arbeloa es tan cómplice como otros a quienes él conoce de las torturas que se están aplicando. Complicidad de silencios de conveniencia, complicidad de grupos y partidos a los que él pertenece, y en cuyas manos está, mucho más que en las mías, hacer algo contra la tortura.

Si el señor Arbeloa no participara en el diálogo de sordos que se va orquestando cada día desde las altas instancias, mientras escribe artículos para la galería, yo no le llamaría la atención, pero llamar a la tortura "el crimen más inhumano" y quedarse tan contento con una miradita a su espejo, para contemplar sus actuales guapezas y olvidarse de las pasadas y no tan pasadas, me parece demasiado vanidad, como muy suave. /